Lo que amo de las series de televisión es que, a usanza de las buenas historias de la literatura y los cómics, hay argumentos que se van desarrollando hasta que llegan a un punto de inflexión, uno de no retorno donde las tramas convergen y el destino parece llegar a su punto más álgido, o se resuelven las cosas o la complicación se lleva hacia otro nivel.
La vida, lamentablemente parece no ser así, hay subtramas que pueden prolongarse hasta el cansancio y no resolverse jamás, también otras que no se resuelven al final de una etapa/temporada. Si mi vida fuese un sitcom, trataría de cerrar todas esas historias que se desarrollan. Al menos le pondría un poco más de emoción a la existencia.
Lo que hago con las cosas de las “temporadas” en mi blog no es más que engañarme a mí mismo. Trato de ajustar los acontecimientos de mi vida al año de mi blog (no sé si a veces con calzador); pero sí hay variables importantes, la mujer que me gusta, el trabajo en donde estoy, la depresión/momento feliz, los amigos/pedas, el proyecto no lucrativo que me mantiene ocupado y así. Elementos suficientes como para divagar con una historia que podría ser interesante.
¿Y si hoy tuviera un punto de inflexión? Creo que si todo se alinea, podría haber uno desencadenado por una trama que ha circulado sobre el blog en este último año y medio, a ver qué pasa. Tuve a bien revisitar la primera temporada de Sex & the City y pequé al pensar que la vida no podía superar al artificio de la serie, lo sé. Pero en verdad creo que la vida podría ser mucho mejor de lo que es.
Nos vemos en el futuro.
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