martes, enero 12, 2016

EN MIS PENSAMIENTOS, MAMÁ.

Eres la cálida brisa de una mañana de primavera, que pasa por un jardín de flores y lleva su olor al mundo. El fuego que se esparce en los bosques y a todo árbol contagia. Eres la ola que llega hacia la playa y juega con la arena, moviéndola de lugar. Eres tan indomable como la velocidad de la luz, que llega a todo lugar para vencer a la oscuridad. Así mismo entraste  en mis pensamientos, en mi corazón, y en mi destino, mamá.

Así como cuando me viste por primera vez con tus ojos, la primera vez que me sonreíste, la primera vez que me diste un abrazo y que secaste mis lágrimas. También así fue la primera vez que escuchaste mis sueños, que me aconsejaste cuando tenía algún problema, cuando me dijiste que tenía que cambiar, cuando me dices “cuídate y que Dios te bendiga”. Tú eres artífice de muchas de mis primeras veces, y así mi concepción del mundo sería completamente distinta sin ti.

¿Cómo es posible que sepas todas las respuestas? Siempre me lo he preguntado. ¿Cómo es que no te detienes ante nada? Tu voluntad te hace indomable. ¿Por qué nunca has perdido la fe a pesar de las circunstancias? Por eso Dios te bendice mucho. ¿Por qué tu sonrisa parece interminable? Cuando la muestras, mi vida se llena de gloria. ¿Qué se siente estar tan llena de amor y ni siquiera saberlo? No sólo te mereces ser amada; sino la realidad misma debería tener más de ese amor que llevas dentro.

Cuando más te extraño es cuando los recuerdos se hacen presente, quizá porque quiero compensar tu compañía, las veces que reímos juntos, o  cuando podemos platicar por horas sin que el tiempo sea un impedimento. Por mucho que la tecnología trate de acortar distancias; nunca puede lograr lo bien que nos comunicamos en un mismo espacio. Ni todas las palabras bellas que pueda escribir se comparan a la sensación que tengo de verte y de repetir la dinámica que durante todos estos años nos ha unido: el hablar con el corazón, a los ojos, con pasión y con el cariño que es más fuerte que los lazos familiares que nos unen.

Al recordarte evoco lo mucho que me has dado: las comidas simples, pero que a la vez eran deliciosamente poderosas; las veces que me diste la mano cuando estuve por los suelos, el agua que me salvó de morir en el desierto, el consejo mesurado ante la cólera que a veces me domina, la sonrisa que me arrebatas cada que me compartes de la tuya, la confianza que Aquel que cruzó nuestros caminos tiene el control de las cosas y lleva el barco a buen puerto y el amor con el que a cada instante procuras mis días. El ánimo que siempre me das para que letras como estas florezcan y nunca mueran. Si tuviera que pagarte por ello y mil cosas más; no me alcanzaría la inmensidad para pagarte ni una décima.

Es difícil ahora que ya no vivimos juntos y a veces me invade la nostalgia pero sé que es por mi bien, porque así podré acercarme a emular los logros que tú has alcanzado y podré estar más cerca de mis sueños; pero siempre tengo necesidad de verte, aunque a veces no lo demuestre tanto. Por ello, siempre te recuerdo en la brisa de las mañanas en primavera, en el olor de las flores, en el fuego que se propaga por los bosques, en las olas que juegan con la arena del mar, en los rayos de luz que tocan todo lo que vemos, en mis pensamientos, en mi corazón y en mi destino, mamá.

De tu hijo que te ama mucho y desea que Dios te llene de miles de días felices.


Gerson. :)