Necesito una vida extra, quiero seguir en el juego.
En muchos, perder significaba empezar de nuevo y recomenzar el proceso; en otros (que según entiendo, tenían una especie de memoria) te permitían regresar al mismo instante donde “moriste”. A veces, con el cien porciento de rendimiento (vulgo stamina o “vidas”), otras veces sin todo el bagaje de poder que habías acumulado, siempre había oportunidad de llegar al final de la historia.
Amaba los “countdowns” dramáticos de los videojuegos de peleas (diez segundos para insertar una moneda o ficha). Cada número con un sonido fuerte, como aludiendo a un impacto, en idioma inglés. En Street Fighter II era el personaje madreado y había otros como Fatal Fury donde el personaje estaba de rodillas, a punto de desplomarse. Se podía convertir la fatalidad anterior en una nueva ocasión de superar la última derrota y fantástico si podías hacer valer ese intento sin necesidad de otro.
Desde niño me encantaban los videojuegos. En casi todos era entrar a una senda lineal donde tenías que matar a todo tipo de personajes para avanzar, también debía esquivar trampas mortales, derribar muros, entrar por pasadizos secretos, resolver todo tipo de misterios, obtener diversas ganancias y, en el momento de la verdad, llegar ante el máximo reto: el universalmente denominado “Jefe”. El último paso, el desenlace, la batalla final, preludio al “y vivieron felices por siempre”.
¿Alguna vez se atrevieron a enfrentar al Jefe sin antes culminar el trayecto y pasar horas de práctica? Yo sí y recibí putizas épicas… excepto una vez. Fue fácil derrotar al villano y sólo quedó un vacío que se llenó con la necesidad de recorrer el camino eludido. Creo que desde entonces no acabo rápido los videojuegos sino hasta que haya aprendido a dominar las habilidades con los ojos cerrados, haber localizado cada ítem haber recorrido cada milímetro. Ser amo y señor de la experiencia lúdica digital.
Quisiera aplicar lo mismo en mi vida pero todavía no encuentro el botón de play. Una de las frases que más recuerdo de mi padre es aquella que hablaba sobre las oportunidades: no necesitamos una, ni dos, sino las que sean necesarias. Encontrar el punto de acuerdo entre la responsabilidad de vivir y hacerlo de forma relajada, divirtiéndome durante el proceso. Debo, necesito intentarlo una vez más, levantarme desde el sitio donde caí, ser dueño del juego y prepararme para el “Jefe” en turno.
¿Por qué estoy hablando tanto de videojuegos? Hoy se estrena en muchas salas del mundo Scott Pligrim vs The World, película basada en un cómic, cuya historia muy parecida a lo que hablo con respecto a ver la vida como un videojuego (aunque ahí sucede literal). Un tipo que vio la peli en pre-estreno en San Diego me dijo que estaba genial, lo que aumenta mi expectativa. Aquí la van a estrenar hasta octubre (malditos bastardos), al menos ya escuché la banda sonora y la música está genial! Les dejo el tráiler por si no lo habían visto:
Ahorita recordé una frase que leí en un videojuego (de fútbol), precisamente y que viene ad hoc al tema: “Jugar es ser libre”.
Nos vemos en el futuro.
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