jueves, enero 01, 2015

EL RUGIR DE LA LEONA

Para: Tere Navarro.



¿Quien podrá en contra de la leona cazadora que cuida de los suyos? Es lo que en estos años siempre me he preguntado cuando te veo: esa tenacidad ante las tempestades, el ansia de arrebatar lo que está en el cielo, la generosidad que hace que te olvides de ti misma, la bondad que no sólo repartes a los tuyos, la pasión con la que abordas la vida, el brillo de tus melenas cuando las baña el sol, el rugido que pone en orden a la sabana. Esa eres tú, mamá.

A veces quisiera no preocuparte tanto cuando salgo, no quitarte el sueño cuando juego con la noche, no hacerte dudar de mí cuando me entrego a la dicha. Quisiera que pensaras que ya no soy un niño pero en el fondo sé que siempre me verás así. Sé que como leona, saltarías sobre aquel que me quisiera hacer daño, tratarías de mantenerme a salvo en el cubil, me traerías carne fresca para que no me escucharas llorar y no dejarías que nadie, excepto tú, me tocara. Logras que tu fuerza interna se convierta en una avalancha imparable que arrasa con todo obstáculo. A veces creo que no tienes límites, que en ti no hay fronteras, que siempre llegarás hasta donde tú quieras.

He visto a través de los años cómo tu esfuerzo te ha hecho llegar a lugares jamás imaginados. A veces parece que tú encuentras solución a lo que de primera vista no lo tiene. ¿Cómo no amarte y admirarte también por ello? Con tu ejemplo te has convertido en una profesora para mi vida, tanto que al compararme aún me siento pequeño. Me has enseñado a sacar las garras cuando es necesario, sobre el bien y el mal, sobre Dios que te ha hecho una mujer que mira más allá de la realidad y que ha hecho de la fe su arma más poderosa. No he podido hallar mayor determinación en alguien más que en ti: la cazadora confiada que El Señor prosperará su camino y la llevará al éxito.

También me has enseñado sobre el amor, que no importa lo duro que seas en la vida, siempre hay que demostrarlo. Como leona, de ti he aprendido que nuestra mayor fuerza está en la unidad, de la misma forma que dos es mejor que uno y cordón de tres dobleces no se rompe fácilmente. Has logrado que ya no me sienta tan solo y me has enseñado que la familia es primero. Sabes que las tormentas pueden asustar a los que habitamos en el cubil pero que unidos podremos sobreponernos a los cambios que el tiempo nos prepare. Nunca olvidaré lo que me dijiste hace días: Nos queremos, estamos juntos y vamos a disfrutarlo.

¡No dejes que nadie te haga olvidar tu verdadera naturaleza! Nunca olvides jamás quién eres, de dónde vienes y hacia dónde vas. Los errores del pasado han quedado atrás y ya no tienen ni parte ni suerte en nuestra vida, no podemos darle a nadie el poder de nuestro presente; sin embargo recuerda lo que has logrado: cómo no te has dejado caer cuando todos estábamos rendidos, cómo nos has impulsado para dar el último esfuerzo, cómo perseveraste cuando todos creían que ibas a fracasar. No puedes renunciar ahora, la vida no te enseñó a tirar la toalla, no puedes deshonrar la memoria de tu linaje felino. Esa eres tú, mamá. No puedo más que seguir tu ejemplo y no rendirme yo, aunque a veces crea que ya no hay tiempo o metas por alcanzar, yo tampoco puedo ignorar las enseñanzas de la madre cazadora.

Haz que tu rugido de leona vuelva a poner orden en la sabana.

Te amo. Gracias por enseñarme a ser mejor persona.

Gerson.