[De Fondo: Tony Bennett - When Do the Bells Ring for Me]
En un momento de divagar te acabas de dar cuenta que debiste bajar en aquella estación del metro. No puedes detener la inercia del carro, mucho menos bajar en marcha. Hay que llegar a la siguiente estación, bajarse y tomar el transporte que va hacia la dirección contraria. Así me siento con esto de cambiar.
Mik Jagger no pudo ilustrarlo mejor que con una frase que da título a la canción: Old Habits Die Hard. Recuerdo mis clases de administración (¿Quién da un semestre de eso en comunicación? ¡Todo un WTF!), en ellas escuché sobre la resistencia al cambio y lo difícil que era cambiar las conductas viejas en las organizaciones por cuestiones como la incertidumbre, el sentimiento de pérdida o incomodidad. Las nuevas costumbres tenían que implementarse poco a poco y después de un proceso que no era corto se podían vislumbrar los resultados.
Mi madre es orientadora. Tiene algo de material de trabajo y le echado un vistazo, busco una brújula. Necesito según lo leído, una meta, objetivos a corto, mediano y largo plazo, además necesito conocerme y valorarme tal como soy para resaltar lo mejor y corregir (en medida de lo posible) las deficiencias. Esos textos están dirigidos para jóvenes, por lo que pienso de inmediato que el tiempo es poco y necesito hacer milagros. Considero que esto me añade presión de más.
A veces siento como si mi mente fuera una tómbola y los pensamientos rebotaran de un lado a otro mientras gira. Todo da vueltas y nada puede quedarse quieto. Pienso que se me quitará durmiendo pero sigilosamente las preocupaciones vuelven. Lo negativo viene a mí y yo digo “no”. No puedo distraerme ni un solo momento. Es como si mi equipo de fútbol apenas pudiera conservar el empate en el marcador. Trato de invocar las emociones positivas de donde puedo, pero creo que me cuesta desacostumbrarme a no tirarme al drama. Me siento fuera de mi elemento.
Me gustaría pensar que la edad a los hombres nos transforma en distinguidos, nos sienta bien. Yo veo a gente como al mismo Jagger o a Tony Bennett, que conforme a la edad fueron mejorando su desenvolvimiento en el escenario y su carisma. También anhelaría alcanzar mi máximo potencial en los siguientes años. Llegar a mi momento, en el que todo está donde debe estar, una época dorada cuando me salga todo, cuando necesite poco, cuando tenga para repartir y mis temores sean ínfimos. Tendré que seguir luchando para que eso suceda, mientras, esta rola que Tony canta es un buen pañuelo:
Nos vemos en el futuro.
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