Ayer eran las siete de la noche, acababa de platicar con el messenger con una amiga, cuando de pronto suena el teléfono, era mi papá, que en la mañana se había dirigido al Hospital 1ro de Octubre porque habían internado de gravedad a mi abuelito, con una voz serena y calmada me dijo: "Ve por tu hermana y vayan a la casa, lleven zapatos cómodos, y limpien una de las cacerolas, que mañana temprano las vamos a utilizar"...eso lo dijo todo: estaba muerto.
A pesar de la profunda pérdida mi padre llegó impávido, tan tranquilo y sereno que realmente desconcertaba, mi hermana y yo por nuestra parte ya estábamos trístemente listos; sin embargo, debo reconocer de mi parte que me costó trabajo vestirme para la ocasión, casi no tengo ropa de color negro, muy poca ropa oscura por lo que mejor agarré una chamarra de cuero negra, unos jeans azul oscuro y unos tenis viejos, eso me hizo pensar que no estaba preparado para la muerte de nadie.
En ese momento no me caía el veinte, no lloré, trataba de consolar a mi hermanita y de ayudar a mi papá, tal vez me comporté de la misma manera que mi padre y mis tíos porque, de alguna manera, sabríamos que sucedería tarde o temprano, y tomando en cuenta que la forma en la que vivía ya no era vida, sentíamos un alivio porque había parado su sufrimiento, pero todo no sería tan fácil...
Al llegar a la casa de mi abue y tras una explicación de mi padre sin mencionar en ningún momento la palabra "muerte", llegué y vi su ataud que estaba siendo velado, como era muy noche se esperaba que la mayoría de los familiares llegaran más tarde; sin embargo llegaron unos cuantos, entre ellos, mi tía Reyna y su hijo Jeffrey, los cuales viveron en esa casa duante más tiempo que yo, así que al momento de abrazar a mi primo, no pude contenerme más y salieron las primeras lágrimas de mis ojos.
Despues, mi tío Cesáreo, el hermano de mi abue que se llama Pablo, mi papá y yo, hicimos la primera guardia, realmente ahi el corzón se me estaba haciendo verdadéramente sensible, creo que desde ahi empezé a recordar todos esos mometnos que compartío conmigo, y todas esas anécdotas que me contó mi padre acerca de sus días sobre esta tierra.
Como a las dos de la mañana, mi papá me sugirió que durmiera un poco, así que fui a un cuarto de la casa que está desocupado, después me alcanzaron mi papá y mi hermana. Ya en la mañana empezaron a llegar mucha gente, en su mayoría famialiares o amigos de mi abue, gente que no veía desde más de 11 años, cuando murió la esposa de mi abue, mi abuelita Sara Fernández; se rezó, se oró, se cantó al Señor, aunque yo en silencio no estaba deacuerdo ya que, aunque mi abuelito creía en Dios y la virgen, nunca fue un hombre religioso, ni lo intentó ser, lo que creía era un atentado a su memoria.
A la una de la tarde legó la carrosa y ayudé a cargar el ataud, media hora después llegamos al panteón de La Villa, en donde cargué junto con mi primo una corona como de 2 y medio metros, hasta donde sería sepultado los últimos restos. ahí, mi padre tomó la palabra y dijo que mi abue había cumplido aqui, que hizo de sus hijos hombres de bien, y que siempre vivirá en los corazones de todos los que estábamos ahí. Después de que mi tía Lety, aquella que lo cuidó durante sus últimos años de vida, dijera que fue siempre un hombre bueno que vió por los demás, se empezó a bajar el ataud a la tumba, a rellenarla y a acomodar las flores: creo que ahi desde el más duro al mas blando lloramos, lloramos por la pérdida de uno de los nuestros, entonces de mis labios salió un: gracias abue... gracias por todo :'(
Al final, nos quedamos mi primo y yo enfrente de su tumba. Yo fuí el primero en despedirme, dicéndole lo mucho que aprendí de él, lo mucho que lo quise y lo mucho que lo iba extrañar, terminando con un "Adiós Abuelito" lleno de lágrimas. Quíza el más emotivo fue Jeffrey, que le prometió que nunca lo decepcionaría, que le agradecía todo, y que lo amaba mucho.
Cuando terminamos, alcanzamos a ver una linda mariposa que ascendía desde el arreglo floral hasta el cielo, entonces él y yo concordámos que Don Agapito ahora formaba parte de nosotros, que viviría de ahora en adelante en nuestro ser, por lo que inmediatamente me acordé de esa frase de la filosofía oriental que versa:
A pesar de la profunda pérdida mi padre llegó impávido, tan tranquilo y sereno que realmente desconcertaba, mi hermana y yo por nuestra parte ya estábamos trístemente listos; sin embargo, debo reconocer de mi parte que me costó trabajo vestirme para la ocasión, casi no tengo ropa de color negro, muy poca ropa oscura por lo que mejor agarré una chamarra de cuero negra, unos jeans azul oscuro y unos tenis viejos, eso me hizo pensar que no estaba preparado para la muerte de nadie.
En ese momento no me caía el veinte, no lloré, trataba de consolar a mi hermanita y de ayudar a mi papá, tal vez me comporté de la misma manera que mi padre y mis tíos porque, de alguna manera, sabríamos que sucedería tarde o temprano, y tomando en cuenta que la forma en la que vivía ya no era vida, sentíamos un alivio porque había parado su sufrimiento, pero todo no sería tan fácil...
Al llegar a la casa de mi abue y tras una explicación de mi padre sin mencionar en ningún momento la palabra "muerte", llegué y vi su ataud que estaba siendo velado, como era muy noche se esperaba que la mayoría de los familiares llegaran más tarde; sin embargo llegaron unos cuantos, entre ellos, mi tía Reyna y su hijo Jeffrey, los cuales viveron en esa casa duante más tiempo que yo, así que al momento de abrazar a mi primo, no pude contenerme más y salieron las primeras lágrimas de mis ojos.
Despues, mi tío Cesáreo, el hermano de mi abue que se llama Pablo, mi papá y yo, hicimos la primera guardia, realmente ahi el corzón se me estaba haciendo verdadéramente sensible, creo que desde ahi empezé a recordar todos esos mometnos que compartío conmigo, y todas esas anécdotas que me contó mi padre acerca de sus días sobre esta tierra.
Como a las dos de la mañana, mi papá me sugirió que durmiera un poco, así que fui a un cuarto de la casa que está desocupado, después me alcanzaron mi papá y mi hermana. Ya en la mañana empezaron a llegar mucha gente, en su mayoría famialiares o amigos de mi abue, gente que no veía desde más de 11 años, cuando murió la esposa de mi abue, mi abuelita Sara Fernández; se rezó, se oró, se cantó al Señor, aunque yo en silencio no estaba deacuerdo ya que, aunque mi abuelito creía en Dios y la virgen, nunca fue un hombre religioso, ni lo intentó ser, lo que creía era un atentado a su memoria.
A la una de la tarde legó la carrosa y ayudé a cargar el ataud, media hora después llegamos al panteón de La Villa, en donde cargué junto con mi primo una corona como de 2 y medio metros, hasta donde sería sepultado los últimos restos. ahí, mi padre tomó la palabra y dijo que mi abue había cumplido aqui, que hizo de sus hijos hombres de bien, y que siempre vivirá en los corazones de todos los que estábamos ahí. Después de que mi tía Lety, aquella que lo cuidó durante sus últimos años de vida, dijera que fue siempre un hombre bueno que vió por los demás, se empezó a bajar el ataud a la tumba, a rellenarla y a acomodar las flores: creo que ahi desde el más duro al mas blando lloramos, lloramos por la pérdida de uno de los nuestros, entonces de mis labios salió un: gracias abue... gracias por todo :'(
Al final, nos quedamos mi primo y yo enfrente de su tumba. Yo fuí el primero en despedirme, dicéndole lo mucho que aprendí de él, lo mucho que lo quise y lo mucho que lo iba extrañar, terminando con un "Adiós Abuelito" lleno de lágrimas. Quíza el más emotivo fue Jeffrey, que le prometió que nunca lo decepcionaría, que le agradecía todo, y que lo amaba mucho.
Cuando terminamos, alcanzamos a ver una linda mariposa que ascendía desde el arreglo floral hasta el cielo, entonces él y yo concordámos que Don Agapito ahora formaba parte de nosotros, que viviría de ahora en adelante en nuestro ser, por lo que inmediatamente me acordé de esa frase de la filosofía oriental que versa:
"Comprender a la muerte templa el espíritu, un guerrero espiritual sabe que es un paso al infinito, sólo muere el cuerpo que se transforma en polvo esparciéndose por el espacio; pero el espíritu no tiene final y, algún día, tarde o temprano... ¡volverá!"
Descansa en Paz
Agapito Obrajero Rangel
(1919 - 2005)
Dios te Bendiga
no más palabras :'(