La luna llena de ayer estaba hermosa. Ya saben, redonda, brillante, en lo más alto de un cielo carente de estrellas. Siempre pensé que la luna era el principal testigo de la noche, ya sea completa o en fases, siempre está ahí, logra atravesar con sus rayos a las nubes que de repente le quieren tapar la vista pero ahí está.
En mis épocas pseudo románticas de la prepa, gustaba pensar que la luna podía ver a la mujer que yo quería y que de algún modo, sin palabras y por medio de la belleza aquella forma esférica, podría expresarle mis sentimientos. Les digo, eran tiempos más inocentes. Debo confesar que, obviando la cursilería de ese pensamiento o de lo ilógico que pueda resultar, hay veces en las que me gustaría que fuera verdad.
Me gusta cuando la luna se puede ver de día. A veces no se nota por las nubes o porque no muy seguido miramos hacia el cielo. Puedo pasar bastantes minutos con sólo mirarla, es hipnotizante, un narcótico a los ojos, inspiración al entendimiento, locura a las aguas. Dicen que las lunas de octubre son las más bonitas, pero hay ocasiones en las que uno no puede abstenerse de mencionar la hermosura de la luna.
Algo muy raro de mi personalidad es que quiero y deseo las cosas que me son difíciles o casi imposibles de alcanzar y lo que tengo a la mano suelo desecharlo. De ese modo, casi siempre mis sueños son grandes, mis aspiraciones altas y las mujeres que me gustan no están a mi disposición, regularmente suelen ignorarme. La luna es una fascinación más. No dudo que sea imposible llegar (hace poco se celebró el aniversario de que el hombre pisó el satélite; mi abuelito siempre pensó que eso se grabó en un estudio de televisión), claro, no tengo la preparación ni los conocimientos y mucho menos el dinero para hacer semejante proeza. Quizá sólo pueda imaginarlo, mirando desde abajo al astro que refleja una luz que no es suya, pero que usa para reinar la noche.
Me encanta Fly me to the moon. Canción hecha famosa por Frank Sinatra y covereada hasta el cansancio. Yo recuerdo algunas versiones, como la de Julie London, Diana Krall y muchas más (hasta aquella de esa serie de animación japonesa que nunca me llamó la atención, excepto por la rola). La bossa nova, como saben, es de mis ritmos predilectos y uno de las interpretaciones favoritas de esta canción es la de Astrud Gilberto, los arreglos son geniales, ese coro (el “parapa” es letal) es el calzador perfecto para la letra, sensualmente interpretada por la brasileña.
Mientras sigo fascinado por la luna, es dejo esta escena de Down with love, donde utilizan una secuencia para mezclar la versión de Astrud Gilberto con la de Frank Sinatra. Bastante bien realizada la secuencia, quizá lo único rescatable de una película exageradamente mala, a pesar de los actores que en ella participan.
Empieza agosto y aún hay mucho qué contar.
En otras palabras... Nos vemos en el futuro.
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