martes, agosto 25, 2009

LA PIEL TIENE MEMORIA

Lo ideal sería hacer un post sobre primeras veces, pero eso está muy choteado, aún para este blog.

En dos años han cambiado muchas cosas, de alguna forma ahora eres parte de esas mujeres a las que quise y perdí, un panteón que cada día crece. Sin embargo hace 730 días (justo a esta hora) fue para mí el génesis de algo, la iniciación moderna a la edad adulta, el recordatorio de la pérdida oficial de la inocencia (esa, aunque no lo crean, la perdí hace mucho tiempo). Era el momento como otra ausente de mi vida diría “ya no riegas las flores”, ya no más.

Esa rola famosa de Joaquín Sabina es lo más cercano a la experiencia que viví. Una noche, alcohol y canciones, de tu espalda desnuda y de mis ganas, de las diez y las once, las doce y la una y las dos y las tres. Hay noches en las que te recuerdo mientras me tapo con sábanas delgadas, un deja vu de aquella cama de hotel, enorme, suficiente para los dos.

Hoy tu vida es diferente. La mía es un poquito peor de cuando la encontraste. Poco después tuve una novia, pero después me batearon varias chavas. Hoy deseo a una pero creo que alguien más ya me la ganó. Me llena de satisfacción saber que nos disfrutamos en uno de los mejores momentos de mi existencia. Tú fuiste un momento definitivo.

¿Por qué este recuerdo se vuelve un acontecimiento épico, algo para recordar año con año, el aniversario luctuoso de la hombría? Quizá algún día olvide la fecha y mucho después tampoco haya necesidad de que lo recuerde. Hoy me aferro a ese fragmento de pasado y sonrío, mientras continúo en una existencia que no me satisface en nada. No importa lo que los demás crean de mí. Yo lo sé y me es suficiente.

A veces me dan ganas, para completar la experiencia sabinesca, ir a ese lugar y decir que no lo soñé. Repaso en mi mente cada detalle, como si fuera una de mis películas favoritas, como Cuatro Bodas y un Funeral, con el buen Hugh Grant. Y después de la reflexión de aquellos momentos, vienen los pensamientos que empiezan con “si hubiera”. En verdad te extraño, sobre todo porque un momento así como el de hace dos años, hoy es casi imposible que se vuelva a repetir.

Tal vez es nostalgia, o no hay otra cosa mejor en este momento. Todos mis sueños se fueron por el excusado, he tenido que replantearme muchas cosas y ahorita no son muy agradables mis días. Sin embargo, soy mejor que hace dos años y de eso tú tienes parte de culpa, un hombre que descubrió lo que era capaz, que se puso al corriente, que pasó de las letras al cuerpo como un profeta que ve cumplidas sus palabras. Es una de las tantas cosas por las que te quiero.

No sólo la mente y el corazón se acuerdan, también la piel tiene memoria.

Nos vemos en el futuro.

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