Mi tío ya está mejor, de hecho, se supone que sale el día de hoy de hospital, lo cual me tiene muy contento. La semana pasada lo vi, estaba bastante compuesto. Mis papás aseguran que su recuperación ha sido sorprendente, veo la alegría en sus rostros. Mi mamá tiene recompensada su esperanza.
Sí, como decía en mi post anterior, ya valió, mi último sueño de la vida se fue al carajo. Creo que no pudo llegar en mejor ocasión esta pequeña chambita, como que he podido lograr una pequeña rutina en la que puedo hacer más cosas. Haría más si pudiera despertarme temprano y aprovechar el día. Tengo que definir el rumbo ahora que el mapa anterior se ha hecho añicos.
Hablando de sueños perdidos, uno mío siempre fue escribir cómics, sobre todo como los que había leído en la infancia: historias sorprendentes y épicas, que aparentemente caían en convencionalismos pero en realidad estaban cargadas de profundidad. Ahora que están los cómics por descarga y que algunas personas altruistamente los traducen (algunas veces mal, pero es lo que hay y se agradece), he podido estar al corriente. Últimamente, además de JMS, hay dos escritores que me hacen querer volver a los guiones de historieta que tengo en el cajón, y me hace desear querer escribir como ellos (cosa que no sucedía desde John Byrne, Mark Waid y Alan Moore): son Ed Brubaker y Matt Fraction.
Odio que la gente me subestime, en verdad me saca de onda. Creo que lo único que puedo hacer es seguir trabajando para superarme, también para quitarme esa mala costumbre de que me importe lo que los demás piensan de mí. Me sorprendió mucho ver en un documental a Bob Dylan, cuando dejó la música folk, cómo las personas pensaron que era un vendido y él tomo una actitud de “voy a cantar, les guste o no”. Me gustaría llegar a esos niveles.
Al menos he podido escribir más en el blog. Con esto del shock emocional, hace días era en el único lugar donde podía dejar mis letras. Algunas cosas ya no van aquí y de vez en cuando se las digo a mis amigos, esa especie en extinción. Aunque creo que yo los extingo, no soy muy bueno haciendo adeptos y no conservo lo que tengo a la mano.
No sé cómo acabar el último párrafo, es un problema que tengo desde hace algunas semanas. Inclusive esta no es la excepción. Parece como si ya se me hubiera acabado el aire, como si en vez de poder englobar, dar sentido o cerrar, ya todo estuviese dicho. Quizá la última frase del post debería tratar sobre las ilusiones perdidas, añoradas, diluidas; sobre la esperanza que se tiene o sobre el carácter. De todo esto trata la vida, de lo que deseamos, lo que podemos tener o no.
De eso se trata. Tal vez el insomnio de hoy haya valido la pena.
Nos vemos en el futuro.
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