[De Fondo: Elton John - But Not for Me]
Abandoné a Carlos Fuentes por Germán Dehesa.
No puedo creer que La región más transparente sea un libro que no va a ninguna parte, que por esas ansias de retratar la ciudad termine no contando algo, que me saca un lenguaje para mí inverosímil, en cada estrato social que intenta tocar. Tan aburrido, tan intrascendente, tantos personajes metidos a lo wey, demasiado debraye estúpido, no logra retenerme como lector y lo más seguro es, que si deseo terminar ese maldito libro de 500 páginas de martirio, no quede de otra que leerlo en las noches de insomnio.
En fin, debe tener cosas mejores en su carrera, digo, por algo cobra un chingo de lana por conferencia y cada reseña que leo de él es que el tipo renovó la literatura hispanoamericana. De veras respeto a los que les guste su forma de escribir pero, esta vez conmigo no pudo…
En cambio, agarro un libro que compré el mismo día que el de Fuentes, uno que ni plástico tenía, que por el título parece de temática amorosa, aunque leyendo después la contraportada supe que era política (que es un tema que odio con odio jarocho) pero que ya al estar leyendo Fallaste corazón, es la historia de Dehesa detrás de la Historia de México en la etapa de Carlos Salinas.
Si bien respetaba gran parte de sus columnas que he leído en Reforma (no soy suscriptor, pero cuando estaba en las prácticas mi jefe lo leía –esa jalada de sección para los amantes del vino- y yo le echaba también un ojo), alguna presentación musical que hacía con su mujer, sé que es un tipo que te contagia de su vida, ergo, de su diversión. Rápido engancha por su lenguaje poco pretencioso, ameno con tintes coloquiales que lo hacen digerible, pero no superfluo, por lo que te puede contar de la política nacional de la misma manera que de su familia o amistades.
Divertidísimo, creo que debería seguir leyendo más cosas de este tipo, creo que es del tipo de Juan Villoro, que hablan como escriben y aun así rulean.
Sí, se que han leído esta parte, quizá como muchas de este blog y dirán de mí: “este wey no es sino un mamón” y sí, lo acepto: soy un mamón. Es uno de mis defectos más grandes, como el ser demasiado impulsivo, hiriente, distraído, exagerado, malhablado y a veces imprudente. De alguna u otra manera los que más aprecio han sufrido, directa o indirectamente de mi mamonería, también los que me tiran mal pedo.
¡Qué feo es ser así! –Diría mi madre.
Trataré de no ser mamón, aunque de repente si hay personas que sacan ese lado oscuro de mi personalidad y está mal, porque me falla esa cosa llamada autocontrol. Es que, aparte de este post, me aventé un comentario bien mamón a unos tipos que me hicieron una mala crítica (mala no por negativa sino por burda y poco propositiva) y sí me vi ganador del evenflo de oro, me cae.
Creo que deberé de aprender de Dehesa a no ser tan mamila al escribir. También a ser más tolerante, como muchos de los que quiero lo son conmigo.
Nos vemos en el futuro.
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