[De Fondo: Click - Duri Duri]
Como siempre, me levanto una hora después de que me molesta el despertador y como ya me la sé, siempre lo pongo una hora antes de la que me debo levantar. Hay veces se me olvida que el tiempo está destinado a hacerse agua.
Me hice unos huevos estrellados con jamón, planché mi mejor camisa, imprimí mi currículum. Todo iba bien hasta que se me ocurre cargar el iPod, ver 10 minutos más la tele (es que un desfile de Victoria Secret’s siempre lo amerita) y checar los comentarios de mi blog.
Alerta roja. Me estoy poniendo más gordo, tanto que ya me queda más ajustado ese pantalón del traje y no me cerraba el primer botón de la camisa. Cuando logré ajustarlo, me apretaba tanto que casi me ahogaba, a duras penas tragaba saliva. Era como portar una soga al cuello como atuendo.
Odio donde vivo. A decir verdad, para calmar mis ansias de vivir en la ciudad en que nací, he pensado seriamente cambiar (aunque sea en blogger) el “Ecatepec de Morelos” por el "Ciudad de México". Había ahorrado tiempo para llegar a la autopista; pero un accidente “de los que siempre hay” me quitó esos 15 minutos ganados. Durante mis días universitarios me acostumbré a no estresarme ante situaciones como esa: opto por resignarme de facto ante el retraso inminente.
-¿Llegaré a La Roma en 20 minutos?- Me preguntaba mientras corría hacia el camió del metrobús que había partido. Decido, para calmar una histeria ques e me aproximaba, sacar mi libreta y ponerme a escribir el post que ahora estoy transcribiendo. Atravesaba Insurgentes, veía los trabajos en la parte Norte, también pasé por debajo de un puente que supongo es el del tren ligero, ese que irá hacia Cuautitlán Izcalli.
Estaba en la Glorieta de los Insurgentes, entonces se me ocurre ver mi reloj: ya era la 1 de la tarde: “ya valió madres”. Resuena en ese momento aquella voz que por teléfono me dijo: “la puntualidad habla bien de uno”.
Veinte minutos después llegué al edificio donde era la cita. Estaban pasando un video a varias personas sentadas como en curso de capacitación, vi unos productos y compredí que la cita de trabajo no era más de esos cocowash de ventas. No huí, solo para ver que querían emular los logros de Vergara pero con filtros de agua y desodorantes -inserte efecto de risa- (homenaje a la amiga Lata).
En fin, celebré mi fortaleza mental con unas gorditas de chicharrón…
Soy fan de mi mismo: me levanto temprano, me arreglo para una entrevista de trabajo, me esfuerzo para llegar a tiempo, todo para que, invariablemente, mi respuesta sea “NO”.
En fin, necesito trabajo y cambiar mis “estructuras mentales” como tanto dicen los capacitadores y religiosos.
Nos vemos en el futuro.
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