[De Fondo: Elis Regina - O Cantador]
My heart beats for three
Recordar es vivir y todos queremos vivir más…
Hoy honro, en este febrero del amor a Sandy, la primera mujer que se interesó en mí. Recuerdo que llegó a mí escondiéndose de su ex, que dijimos que nunca lo haríamos porque yo la respetaba, que ella y un tipo hacían llamadas para molestar a mi casa, que terminó embarazada y pidiéndome que volviera con ella.
Mi memoria hace una soberana reverencia a Niria, niña de nombre extraño, la primera morena que me robó el corazón, que me conquistó con detalles y a la que perdí por descuidado. Siempre digo que es mi primera novia, pero debo decir que fue mi más grande amor, uno que descubría tarde. Puedo decir que desde ahí me siento en desventaja con aquellos que saben manejar el amor… intento hacer esfuerzos para que lo que sucedió con ella no me vuelva a pasar.
Cómo no mostrar mis respetos al recuerdo de Valery. En una época difícil ella fue mi novia, recuerdo haberla cortado y recuerdo esas vacaciones inolvidables en las que volvimos al ritmo de Arjona y Savage Garden, creí que mis deficiencias las había superado, pero no. Creo (nunca estuve seguro) que ella descubrió que le fui infiel (la única vez que he sido así) y me dejó.
¿Quién diría que le gustaba a mi vecina Myriam? Era mayor, no le caía a mi familia y fue la primera que me ofreció sexo. Yo en ese entonces creía demasiado en el amor, yo no la amaba y decidí decir: no… ergo, era un pendejo.
Recuerdo a su prima, ella era alta y bella. Yo la conquisté, prácticamente se la bajé a un tipo y puedo decir que es la única vez que me resultó. Pero ahí el destino me jugó chueco y yo me mudé, aparte ella se fue a Actopan con su hermana.
Mi corazón no podrá olvidar a la primera dueña de mis letras: Soledad. Quizá el principio de mis derrotas amorosas, donde di todo y me quedé sin nada. Donde perdió ella y perdí yo, donde hice más de 100 poemas y donde prometí no volver a escribirle a nadie, donde creí que mis letras no me servirían para nada y donde entré a la depresión más grande de mi vida.
Tuve unas cuantas victorias y unas cuantas derrotas. Anduve con una niña con quien hablé una vez por teléfono, la del café Internet, la que ligué en el transporte público y a una niña de los blogs… con las cuatro no duré ni un mes. Rompí mi promesa y a alguien más le di mis letras (de hecho una vez me dijo que se sigue acordando) y me rompió el corazón. También viví algo similar a “Los Puentes de Madison” con una niña que vive en la tierra de El Santo; e intenté conquistar a una niña bipolar que besa como los mismísimas diosas, pero no se dieron las cosas.
Por última vez fui presa del amor no correspondido con la niña que vive una hora atrás de mí. A ella la hice dueña de mis letras y cada que pedía que me quedara se hizo más dueña de mi corazón. Todo fue tan rápido: tan rápido la conocí, tan rápido me enamoré de ella y tan rápido la perdí; pero no así de rápido pude olvidarla. De alguna manera me da gusto que ahora sea feliz…
Y yo… después de tanto camino me encuentro aquí solo, con frío y bañado en una lluvia de lágrimas del pasado, ciego para ver el futuro y sin ánimos de escuchar a la música, esa que hace que mi pulso aumente y que me haga sentir que todavía es posible creer en un poco de amor.
Sigue: Latido 1.
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