[De Fondo: Orson – No Tomorrow]
Se que el dichoso “veinte” cae así como catarsis, como cuando se enciende el interruptor para que el foco se ilumine, como el pasar de los segundos, etc. En mi caso, ese me está cayendo como cuando bajas un documento grande de Internet: de a poco; como gotas de agua que, una por una, van llenando el vaso.
El lunes fue así como que: deja tu vida sedentaria y chafa y métete a trabajar, adáptate lo mejor posible, échale ganas a lo que estas haciendo, quítate el pánico escénico, limpia y ordena tu lugar de trabajo (ojalá así lo hiciera con mi propio cuarto), haz una nueva cuenta de mensajero, conocer al personal de la empresa, aprovecha tu hora de comida, administra tus tiempos, haz apuntes…
Soy una persona demasiado afortunada: no están tras de mi, ni me presionan, los horarios son flexibles y me dejan irme tempranos los viernes para llegar a tiempo a mi posgrado, son pacientes cuando tengo dudas de accionar de la empresa, caminando voy a comer a casa y mi papá me lleva de regreso en auto, puedo salirme un poco a despejar mi mente cuando me bloqueo, me visto como quiero, tengo Internet gratis (ya volví al vicio del Big Blogger jejeje), pongo mi música con mis audífonos y no molesto a nadie, y de poco voy haciendo mi propio espacio.
Hay días en los que me presiono demasiado, hay días como hoy en que todo está calmado y siempre hay momentos en los que sueño, como antes no lo hacía, con una vida más tranquila, con nuevas expectativas que rebasan estás cuatro paredes, este municipio… pero regreso aquí, al ver los post-it que me dicen que todavía me falta terminar algo que ya casi está, pero que requiere mi atención.
El jueves firmé mi contrato y hoy me dieron mi tarjeta de nómina. Estoy que me muero de las ganas de que me den mi primera quincena. Cuando trabajaba en las convenciones me pagaban al final del evento y la cantidad era algo que siempre variaba y que nunca sabías cuánto te darían. Ahora usaré una tarjeta (algo nuevo para mí) para disponer de mi propio dinero.
Mi papá me había dicho que el dinero significaría libertad, una nueva forma de ver la vida. Otra cosa que él me dijo era que no me enamorara del dinero y creo que tiene razón, ese a veces está y otras no, no es algo que permanezca, sino que está destinado a cambiar de manos y muchas veces se va como agua.
Mis trastornos de sueño poco a poco van desapareciendo, a las 11 ya estoy cansado y difícilmente llego estar despierto a media noche. Me levanto campante al cuarto para las 8 y llego perfectamente a las 9 en punto. Cada vez es menos los periodos en los que la flojera me está invadiendo, por lo que ahora comprendo a los amigos bloggers que trabajan en oficina y cómo pueden usar su tiempo cuando hay poco o nada qué hacer.
Bueno, mejor le sigo dando a la chamba, ya me falta poquito para irme a comer.
Saludos a los testigos de esta aventura.
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