[De Fondo: Los Exquisitos – El Planeta Sexual]
Reencontrarme con mi amigo del alma no sólo fue algo padre por el evento en sí mismo, un día antes me llama (porque eso de llamar a los cuates como que no se me da mucho :P) para ponernos de acuerdo qué hacer el fin de semana, me dijo que el plan era IR A LA LUCHA LIBRE… y la verdad no dudé dos veces en decir sí.
Recuerdo que así lo soñé cuando era niño…
A los alrededores de la Arena México, catedral a la lucha libre mexicana, donde se han forjado las más grandes leyendas del pancracio mexicano, donde generaciones enteras han ido a disfrutar de las proezas físicas más impresionantes jamás vistas, donde nacen sueños infantiles y diversión para toda la familia, un recinto popular, una puesta en escena en donde los actores no sólo están preparados histriónicamente, sino de manera atlética y gimnástica.
De niño recuerdo que me gustaba jugar con mis compañeros de mi escuela a la lucha libre, en ese entonces era tan popular que hasta se vendía estampas afuera de las escuelas, los sábados en la noche, todos querían ser El Santo, Octagón, Atlantis… había gladiadores tan estrafalarios como El Vampiro Canadiense, Conan, Sangre Chicana y estaban los clásico como Huracán Ramírez, Tinieblas o El Rayo de Jalisco… hacían que todos esos sábados por la noche en el canal 9 (narrados por el Dr. Alfonso Morales y Arturo “Rudo” Rivera) fuera poco más que mágicos.
Todo eso llegó a mi memoria por sólo $40, en una posición aparentemente mala en las gradas de hasta arriba, pero con una visión privilegiada, donde los gladiadores de ayer y hoy estaban ahí… como si me estuvieran estado esperando desde que yo quería ir cuando estaba en la primaria, Blue Panther, Doctor Wagner, El Hijo del Santo, Misterioso, Volador, Dos Caras, “ Negro” Casas, Daniel López “El Satánico”… más gente como Black Warrior, Rey Bucanero, Hijo del Perro Aguayo y nuevos como el sagrado, Tigre Blanco y Místico.
Esos carnales son todos unos atletas y hacen cosas que parecen imposibles de hacer dentro de un cuadrilátero, es algo por lo que siempre admiré a los luchadores, por ese halo de misterio que existe, por su cercanía con el pueblo, por las batallas épicas, por los finales inesperados, por la lucha ficticia entre el bien y el mal, por las cabelleras en juego y por el secreto de la máscara.
Ayer volví a ser niño (cómo me encanta esa frase, debería ir en mi epitafio) y me divertí como tal al ver la función, recuerdo que antes del fútbol este era el deporte que provocó mis primeras pasiones humanas…
Saludos a los testigos de esta aventura.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario