sábado, agosto 26, 2006

AL TLALOCMAN NO LE GUSTA LA LLUVIA.

[De fondo: The Bravery – A Honest Mistake]

Era jueves, media noche, en el asqueroso y encharcado paradero de los Indios Verdes, en donde no había transporte hacia casa… la lluvia hizo de las suyas.

Minutos antes…

Era una noche fría en el CCE, Elis Páprika estaba ensayando mientras la lluvia hacía acto de aparición, la soledad me hacía compañía mientras pensaba que todo aquel que conocía y con posibilidades de acompañarme estaban en El Tigre viendo a Los Búnkers.

Tenía unas ganas enormes de fumar, pero los que me conocen saben que ese no es mi vicio, en cambio pedí una Victoria bien fría, mientras que en mi libreta me ponía hacer bocetos de un cómic que desde hace años he querido publicar. En ese momento se me acerca una mesera de caderas perfectas y piercings en la boca y ombligo a decirme con su tímida voz que iban a retirar todas las mesas, por lo que accedí, sólo para deambular por el pasillo de la terraza.

La lluvia continuaba, así como mi soledad, y a pesar de que seguía llegando gente, ese sentimiento de vacío no cesaba en mí. En ese momento un Dj empezó a mezclar, creo que fue demasiado inapropiado para crear un ambiente que sería acústico roquero y a mí, me dio un ataque increíble de nostalgia: por los amigos cercanos, por los lejanos y por esa persona que continuamente recuerdo al escuchar rolas en el iPod.

Cuando creía que no llegaría nadie, llega la Soul y su amiguis Adriana, con las que pasé un rato acompañado, pero a ellas que tampoco les pareció apropiado la música mal mezclada que el remedo de tocadiscos en la tornamesa estaba poniendo. Así los tres poníamos caras chatas mientras esperábamos a que algo fuera de lo normal sucediera. Creo que me volví (o más bien me comporté) como ellas al ver que a lado de nosotros esta Elis y Camilo Lara… creo que Wayne y Garth estaría decepcionados de mí.

Cuando salimos de ahí y vimos grandes charcos del sitiado Zócalo, no sé como le hice para que ese paraguas chafa funcionara mientras entrábamos al metro, eran las 11:30 y llegaría al paradero de los Indios Verdes justo a tiempo para conseguir transporte barato… eso era lo que creía.

Llegué y lo supe al ver una escena que ya me era familiar… filas de personas esperando porque no había transporte, todo eso gracias a la lluvia.

Tuve suerte… en diez minutos llegó un transporte. Mientras la gente se amontonaba y hacía a un lado cualquier resquicio de educación posible con tal de entrar al camión y alcanzar un lugar sentado, en lo que parecía ser un largo regreso a casa, en un día que no era fin de semana. Afortunadamente y sin perder mi educación alcancé el último asiento disponible por lo que pude hacerme de un viaje descansado.

En la autopista logré ver el motivo de tanto congestionamiento, ergo, la tardanza de cualquier transporte hacia la Terminal: un accidente de dos trailers bloqueaba los dos carriles, obstaculizando cualquier circulación posible en la vía, tan grave fue, que observé varias ambulancias dirigirse (en la medida de lo posible) al lugar del altercado.

Lo demás sólo pienso decirlo sin ahondar en detalles, me regañaron mis jefes por llegar a la 1 a.m., le mentí y eso no le gustó por lo que se fue… te extraño.

En ese día llovió, el día siguiente también, mientras que en el reproductor puso una canción que me puso melancólico y me inspiró a escribir como antes no lo había hecho.

Es irónico, que al Tlalocman no le haya gustado la lluvia.

Saludos a los testigos de esta aventura.

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