Mis molestías en la garganta, aunado a la terrible gripa que me mantuvo en cama un día entero, hizo que los planes cambiaran: ya no fuí a trabajar con mi padre y me mantuve en la monotonía de la vida. Mi madre inauguró un negocio fuera de la casa y mi hermana le ayuda, mi padre trabaja todo el día hasta la tarde, y salgo a mis clases de baile y a comer, así que la casa se ha quedado sola, no recuerdo circunstancia similar en mi vida excepto en el periodo en que mis padres se separaron, viviendo cada quien en las respectivas casas de sus familias.
Esa situación no me gusta, no por el hecho de que esté sola la casa, sino de que ya nadie se preocupa por ella, porque ya nadie tiene tiempo; eso hace un año me hubiera valido queso, pero cada vez me estoy dando cuenta que ya no soy el mismo de antes y esa situación no la toleré, me importó que la casa estuviera descuidada e hice lo que nunca: el quehacer.
Durante años vi a mi madre barrer, tender las camas, cocinar, lavar los platos, arreglar la mesa, todo lo relacionado al hogar. Creo que en estos años de observar (más bien de huevonear) me sirvieron para saber qué hacer, entonces me dediqué a hacer todo lo que se necesitara, darle de comer al perro, lavar los trastes, limpiar la mesa, barrer las escaleras y el piso, tender todas las camas, sacudir los sillones, y arreglar todo para la llegadas de mi familia.
Ya saben, me dió otra vez lo de la satisfaccion del deber cumplido, me sentí tan bien en hacerlo, pensaba que ninguno de ellos podría, están muy ocupados, y cuando llegaran lo harían cansados. cuando hacía las labores, recordé aquella película de Germán Valdéz Tin-Tan llamada El Ceniciento, y me puse a cantar la rola que él canta en el largometraje, osease, la versión masculina de la chimoltrufia :P
Seré un ceniciento del siglo actual????
Y dónde está mi Ado Padrino???
Según el lunes ahora sí se me va a hacer ayudarle a mi papá, a ver si el destino no cambia las cosas de nuevo.
Saludos a los incautos que lean este blog.