Cuando todos celebran, es momento para sentarse un momento y reflexionar.
Creo que ya lo he dicho aquí. Yo creo en dos cosas, en lo que el hombre puede controlar y en lo que no. No somos Dios y por mucho poder que tengamos no podemos meter mano a todas las circunstancias y para que te favorezcan necesitas que esas cosas actúen a tu favor, es decir, necesitas suerte. Y aunque a veces esforzarte y estar ahí te puede dar más probabilidades de tenerla, lo cierto es que no siempre está con nosotros.
Fue raro ver el partido de ayer. En realidad Cruz Azul mereció perder. Durante más de 90 minutos tuvo un juego insípido, bastante calculador y que no merecía ni verse. Su actitud defensiva fue la mejor del torneo, pero este juego se gana con goles y la iniciativa para hacerlos sólo la tenía el conjunto rival. Yo sigo pensando que ayer la Máquina tuvo bastante suerte antes y durante la victoria que hoy los coloca en la final del fútbol mexicano.
Suerte fue que el miércoles el único remate de Luis Gabriel Rey, tan fácil de meter y tan oportuno se elevara para estrellarse en el travesaño. Suerte que en el partido de vuelta ni el árbitro ni el asistente pudieran ver la mano de Joel Huiqui, es la única justificación que se tiene, de haberla visto era expulsión, penal y muy probablemente gol. Suerte que en el peor momento de la máquina Hugo Droguett se encontrara solo, listo para matar a los celestes con un segundo gol y el balón pegara en el poste. Y la última, suerte que en el gol definitivo de Emanuel Villa un disparo raso pasara entre las piernas de Wilson Tiago y, peor aún, que el defensa que cubría el primer poste de Monarcas al intentar desviar el balón, le pega mal y se incrusta en las redes. Si en esas acciones hubiera sucedido lo contrario, la historia hubiese sido distinta.
Algunas culturas asociaban la victoria como algo sobre humano que se otorgaba y no sólo como el fruto del esfuerzo propio. Los judíos creen que es Dios el que les da la victoria y aún los griegos tenían una deidad femenina que representaba el triunfo y a la cuál se le pedía su bendición. Ellos sabían que no basta con quererlo y algunas veces tampoco con esforzarte, se necesita ese extra del destino para salir bien librado.
A propósito de esto, ayer me puse a recordar que en una de esas noches de desvelos vi en la tele una cápsula de las que José Gordon escribe y presenta llamadas Imaginantes. En una de ellas evoca esa peli de Woody Allen (y la mami Scarlett) llamada Match Point que trata justamente de la suerte que te da la victoria, también sobre las cosas en la vida que se pueden controlar y otras que no.
En fin, el equipo de mis amores va a la final. Veamos si la suerte que tienen les dura hasta el próximo domingo por la noche.
Nos vemos en el futuro.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario