Dice esa rola compuesta por Joaquín Sabina y Antonio García de Diego “al lugar donde has sido feliz es mejor que no trates nunca de regresar”. Una sabiduría salomónica que no tiene qué ver con partir un niño a la mitad. La nostalgia casi siempre me visita en noches así, cuando ya no hay nadie alrededor.
Como decía en anteriores ocasiones, siempre hay detalles en lo cotidiano que son los que desencadenan los cambios. Así hay tiempos para todo. Todo fue hecho bello en su momento y nada está destinado a durar. De tal manera que si en los días futuros yo quisiera reconstruir al pie de la letra por todo lo que he pasado, no sería ni por mucho igual aunque hiciera las mismas cosas o llegara a los mismos resultados, no lograría que fuera igual.
Fue cagado porque en enero de 2008 se me ocurrió hacer un evento similar a uno de 2007. No hubo la misma magia, aunque había asistentes de la otra vez. No fue lo mismo. Ahí aprendí que el pasado ya no vuelve, por muchos ciclos y eventos que vuelvan a ocurrir, lo pasado sólo queda en nuestra memoria… y ahí está bien.
Entonces lo que queda es reconstruir sin intentar repetir todas esas hazañas, además de olvidar los fracasos. Una vida así debería ser más ligera, sin la responsabilidad de vivir con un guión ya establecido, sin estándares altos o con culpas que esclavizan. Aunque debo ser sincero, sí he tenido momentos placenteros: un par de fiestas, una que otra visita al cine, algunas conversaciones. Igual y siempre se me harán pocos.
Y a pesar de las ventajas antes mencionadas de no querer repetir las cosas eso de la improvisación casi no se me da. Si las cosas del pasado vuelven debo buscar nuevos motivos, nuevos lugares y nuevas circunstancias que no tengan nada que ver con lo anterior, para recolectar en lugar de comparar experiencias. Disfrutar el momento, que le dicen.
Una forma de reproducir un momento del pasado sin que corra peligro el presente es con una canción. Esa función evocadora que tienen las melodías siempre es el bálsamo necesario para el alma. A veces las rolas me recuerdan momentos con alguien o alguna vivencia personal; algunas otras por su letra son como profecías al esperando un destinatario: así llegan como la pieza que faltaba del rompecabezas emocional. De esa manera sí me gusta revivir ciertas cosas, un método tan seguro que sólo se queda en nosotros.
Por cierto, de esta rola hablaba. Sabina y García de Diego la hicieron para Miguel Ríos, esta versión en particular me gusta demasiado Una canción detona cual explosivo la catarsis que no sólo lleva a un hombre a volver a lugares físicos, sino sentimentales. Miguel Ríos en su interpretación le da vida al que piensa que el blues es un estado mental…
No sé, quizá las continuaciones son otra clase de inicio.
Nos vemos en el futuro.
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