jueves, diciembre 17, 2009

EN TIERRA AJENA

Y ella le dio a luz un hijo; y él le puso por nombre Gersón, porque dijo: Forastero soy en tierra ajena

Éxodo 2:22


Amo mi nombre porque es diferente, porque se escucha bien aunque no toda la gente lo sepa escribir propiamente. Se que es estúpido creer que nombre es destino, pero durante toda mi vida no me he podido quitar ese sentimiento de no sentirme a gusto en ningún lado, ajeno, fuera de lugar, extranjero en mi propia tierra.

Aún más extraño resultó descubrir a alguien que sí lo era de verdad. Explicarle lo mucho que han cambiado las cosas en los últimos dos años se me hizo bastante surrealista. En ese tiempo el mundo que habíamos construido se hizo añicos y se reconstruyó. Era raro que desconociera la Condesa a pesar de que ese lugar no le era del todo ajeno en su momento.

En ella vi ese sentimiento que suelo tener, mismo que se volvió del tamaño de una hormiga cuando me di cuenta que la vida sigue y para sentirme extranjero estaba bastante bien acostumbrado a la vida de aquí. Sus costumbres habían cambiado y no fue como aquellas veces en las que había regresado y se quejaba de lo mal que estaba todo, no pudo volver a su vida de antes porque su panorama había cambiado.

Mientras tomábamos café me dijo “¿Y si te vas para allá?”. Nunca lo había pensado, ni en mis sueños más locos había ideado irme una temporada a un país que no es el mío y ser un extranjero de verdad. Mi plan para el año que viene es pagar mis deudas, más allá no tengo idea de qué haré. Mi padre es de los que me aconseja que salga de casa para que viva un tiempo con mis propias uñas. Podría ser una buena oportunidad para hacerlo y aprender.

También platicamos que uno planea cosas y resultan diferente a los que hemos esperado, pareciera como si fuera la historia de nuestras vidas. Le decía que cuando las cosas no salían bien, había que improvisar (casi no se me da, lo dije en el post anterior). Fue curioso cuando ella dijo que no somos buenos para seguir nuestros propios consejos. Esa noche nada salió como estaba planeado y no importó. Lo bueno fue verla de nuevo y tener una de esas conversaciones que sólo tengo con los imprescindibles de mi vida: de esas que te abren los ojos.

No sé qué pase en el futuro, si pueda terminar de pagar mis deudas e irme un rato de aquí. Lo que ya no puedo hacer es evadir las cosas. He perdido mucho y a muchos por dejar que las cosas pasen. Me quedan varios pendientes por atender y este es el momento para comenzar a resolverlos. Quizá el primero de todos sea aceptar lo que soy y si nombre es destino, tal vez me convenga aceptar que forastero fui/soy/seré en tierra ajena.

Nos vemos en el futuro.

No hay comentarios.: