El fin de semana pasado cumplí 27 años. Sabía que tenía que ser el primero en llegar y el último en irme.
Hice un poco de tiempo para no llegar a las seis en punto. En el camino a la cantina me encontré en 5 de mayo a dos muchachos tocando gaitas mientras un pequeño grupo los observaba desconcertados. Una calle más adelante, en Tacuba, estaba en acostumbrado ensayo de los danzantes en ropa cómoda.
En la barra veía cómo los Pumas perdían por dos goles ante un sorprendente Puebla. La mayoría de los asistentes eran aficionados al equipo universitario, muchas playeras azules y oro con la faz de angustia en cada oportunidad frustrada por los “Chelís Boys”. Me dieron mesa hasta que BenGeek llegó, escuchamos todo el furor del lugar cuando Verón anotó el gol que toda la afición universitaria esperaba.
Después llegó Crater y su amigo Alan, más tarde Solsupernova y Groove_rider. Cada vez empezaba a llegar más gente y el especio se hacía cada vez más chico. Fue entonces cuando tomé una decisión que afectaría el transcurso de la noche: debía tomar el control. Mccoy me dio la idea de cambiarnos todos a un lugar donde pudiéramos caber todos, pero logré convencer al coordinador de la cantina para que nos dieran espacio en su otra “sucursal”, literalmente a una cuadra de ahí. Todo fue tan rápido que ya estábamos tomando todos juntos y disfrutando de la noche. Recordé esos días épicos donde era coordinador en convenciones de cómics y me divertía organizando.
Fue genial: se hizo ambiente, comimos, bailamos y hasta me hice cuate de algunos tipos del establecimiento. Todo terminó temprano, afortunadamente todos pagaron su cuenta y salimos en la madrugada. Después de despedirnos de algunos en el Sanborns 24 hrs de Av. Juárez, Juan llevó a Quejumbrosa a su casa. Mientras ella se durmió, nos perdimos un ratito por Viaducto y quién sabe cómo dimos a nuestro destino. Después, casi como a las 5 me dejaron por Manuel González. Dormí en el metrobus, en la terminal y en el micro que me llevó a casa. Amé tanto llegar a mi cama, aunque sólo durmiera algunas horas más.
Ya en la tarde, comida familiar en mi restaurante favorito. Hace mucho que no me comía una arrachera y aquella estaba deliciosa. Fue agradable llegar a casa, encender mi compu y ver todas las muestras de afecto en toda la web 2.0. De veras, muchas gracias a todos. En especial, quisiera resaltar la foto en flickr y el post en el blog de skene, hicieron que la extrañara aún más de lo que usualmente lo hago.
En resumidas cuentas, me la pasé muy bien. Ahora a esperar otros 364 días para que llegue el próximo. Tengo 27 años, se siente raro decirlo, el tiempo pasa rápido y debo hacer lo posible por ir emocionalmente a su ritmo.
No vemos en el futuro.
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