domingo, noviembre 23, 2008

MARIPOSAS

Hace tres años…

Cuando terminamos, alcanzamos a ver una linda mariposa que ascendía desde el arreglo floral hasta el cielo, entonces él y yo concordamos que Don Agapito ahora formaba parte de nosotros…

Todavía recuerdo esa mariposa negra que subió al cielo el día que murió mi abuelito. Mi primo Jeffrey y yo, que nos quedamos solos frente a la tumba al final del servicio, la vimos, después nos miramos sorprendidos, y después vimos cómo, lo que suponemos que el alma de mi abuelito hacia las alturas.

Creo que esto no lo he contado, pero los Obrajero Fernández creen que su mamá, osea mi abuelita, los visita algunas veces en el jardín de su casa a través de un colibrí, que se alimenta de las flores y que gusta de picar las ventanas. Así como ellos le dan significado a este hecho, yo lo hice con mi abuelito.

No sé por qué, pero a últimas fechas se han cruzado por mi camino infinidad de mariposas. Hace un mes, una se estampó en mi frente. Es raro, sin embargo, por la delicadeza y peso de la mariposa, quiero pensar que se sintió como un beso.

Hace dos semanas en la Condesa encontré dos, una blanca y una negra, las dos se cruzaron por mi camino mientras caminaba por la calle de Michoacán. Ya sé que es natural que me encuentre cosas así por allá, donde hay muchos árboles y parques, pero que me las haya encontrado hace un par de días camino a casa.

A lo mejor son figuraciones mías, causadas por la nostalgia. A lo mejor es mi abuelito que me pide que lo recuerde y que me acompaña en estos días difíciles. A lo mejor como en Efectos Secundarios, hay mucha contaminación y las mariposas bajan. En estos tiempos es difícil creer en algo.

Aún recuerdo alguna de esas últimas palabras que me dijo mi abuelito antes de partir: “No tengas miedo, mi muchachito”. Las recuerdo cada vez que me topo con mariposas en la calle.

Hoy lo extrañé…

Nos vemos en el futuro.

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