[De Fondo: Toquinho e Vinicius - Canto de Ossanha]
Han sido días muy extraños, en los que mi rutina se vio comprometida…
Un anuncio en computrabajo después y ya era becario en una agencia de publicidad. El jefe es todo un personaje: gay, escandaloso, inestable emocionalmente, con anécdotas locas de España y con una habilidad para decir groserías por segundo impresionante. A pesar de ser una persona complicada, es respetuoso, tiene una memoria increíble y a pesar de que aparenta estar en la luna, está en todo.
Descubrí que, a pesar de mis cuatro años en mi carrera, no sé nada de publicidad. El no saber nada, la presión y l incertidumbre sobre la lana me hicieron que lo pensara mejor y decidiera no quedarme. Es una lástima, porque siempre he querido trabajar por ahí (queda cerca cualquier bar, restaurante o café chido) los cuates son chidos y el jefe me daba mucha tela para algunos personajes de la novela. En fin: consumatum est.
Ese último día recibí consejos como nunca. Me estresaba que la compu que me habían asignado no funcionara y ahí me tienes, como un manojo de estrés, intentando hacer las cosas. El jefe me invitó a relajarme, a tomar una taza de café y a sentarme en la terraza para relajarme. Terminé el trabajo asignado y hablé con la asistente. Le comuniqué que me despedía y al preguntarme por qué, expuse mis razones.
Le dije de mi despedida a un chavo que se llama Luis, y él me dijo lo que necesitaba escuchar. Me contó muchas cosas, sobre todo los últimos años de su vida, en donde fue productor de radio, asistente de un diputado y había ingresado ahí para ser “creativo” (comillas que él pondría) de una agencia. Me explico por qué a nuestro país le falta gente con huevos, que no tenga miedo y que se aviente a conseguir lo que quiere en la vida. Intentó convencerme de que me quedara, pero creo que sus palabras me ayudaron a reafirmar mi decisión.
Ese día no pude evitar pensar en mi papá. Ese día vi sus actitudes en unas personas y sus consejos en otras. No he sido una persona insistente, ni audaz y no me he arriesgado para conseguir lo que quiero. Ya sé que hace tiempo que no soy así; pero nunca es tarde para hacer un esfuerzo de más.
El domingo fui a ver a mis tías. Hace cuatro meses que no las veía. Disfruté mucho de su compañía y más de la comida que siempre comemos. Mi tía Paty quería pintar su casa y me pidió ayuda. Fuimos mi papá y yo a ayudarla hoy en la mañana. Realmente los tres pudimos avanzar en gran manera y mostré gran disposición hacia la chamba.
Al final del día y sin que mis papás se dieran cuenta, mi tía me dio un poquito de lana por ayudarle. De verdad que no me lo esperaba, fue padre. Si bien ya había sido satisfactorio realizar esa actividad (no sólo por el afecto a mis tías, sino por no tener un día sin hacer nada), ese gesto engrandeció ese sentimiento mío del deber cumplido.
Por cierto, ya está el nuevo episodio en el podcast de Correspondencias, que no es porque sea el productor, pero a mí me gusta bastante lo que el equipo y yo estamos haciendo.
En fin, necesito retomar la novela y seguir la búsqueda del trabajo. Gracias por seguir leyendo el blog.
Nos vemos en el futuro.
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