[De Fondo: Celia Cruz - Obladi, Oblada]
Usualmente soy muy estúpido en mis cinco sentido, cuanto más cuando ando pedo…
Hace semanas hice unas cuantas estupideces pedo, como estar neceando para invitar a salir a una amiga con una agenda muy apretada, hablarle por teléfono a una chava para mostrarle que andaba pedo, y por Messenger tirarle la onda a La Teacher.
Sin duda es algo de lo que no me puedo sentir orgulloso.
Este sábado hice peores: le quité unas pinzas para cabello a una amiga con la que tuve un affair, en el camino a casa le hablé a enemil amigas sólo para saber si estaban bien, apenas pude disimular en el Messenger que estaba muy tomado y logré enmendar un poco de las jaladas que hice el otro día y platiqué sabroso con una amigui de Tampico.
No sé, yo tenía una ferviente necesidad de canalizar esa noche todas las pendejadas que me han ocurrido, de tragármelas o mejor dicho de tomármelas, de evadirme un poco de la vida real. Pero creo que de a poco me fui volviendo una persona peor de la que soy…
Hoy la vida me hizo pagar por la mañana, me dio el mal del naufrago cuando regularmente no me da, recordé lo que cené en la noche y mucho de lo que hice en el trayecto del bar a la casa. Hoy mis padres están molestos porque dicen que no me habían visto tan pedo, aunque puedo decir que eso es falso, de todos modos eso no quita sus caras molestas con las que hoy me ven.
Sin duda este fin de semana me ha servido para reflexionar sobre todas esas estupideces, arrepentirme de ellas y tratar de aprender para ya no volverlas a hacer. Es sin duda un asunto serio, por lo que debo dejar de tomar o por lo menos de hacer estupideces cuando lo hago.
Podría decir que todo salió bien, excepto por una cosa, una que no he arreglado y que me saca de onda. Quiero pedirle una disculpa pública a La Teacher por lo que le dije hace semanas, soy muy torpe y prometo que eso no volverá a pasar, que aprecio mucho que sea mi lectora y me haya compartido cosas, de hecho (y sin tomar en cuenta al personaje llamado “la dama de la lujuria”) es la única que me ha visto como realmente soy y eso es bien apreciable.
En fin, creo que ya no puedo hacer más y lo único que me queda es aprender y levantarme. A veces emulo mi vida a cuando un niño empieza a caminar, que mientras aprende a eso no conserva el equilibrio y cae, pero se vuelve a levantar para intentarlo de nuevo.
Mañana empieza la semana, otro capítulo de mi vida y otra oportunidad para hacer bien las cosas. Obladi oblada, la vida sigue…
Nos vemos en el (sobrio) futuro.
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