viernes, julio 20, 2007

POST ERÓTICO-SEXUAL

[De Fondo: The Beatles - Norweigan Wood]

Bueno, como saben estimados lectores, fui retado por una lectora anónima autonombrada como "La Dama de la Lujuria" para hacer un post erótico (el título es dedicado a Chela Castro, pareja de Raúl Astor), porque estaba cansada de mis post aburridos y patéticos que a mi me encanta escribir. Bueno, yo soy un hombre que le encantan los retos y bueno, qué puedo decir, es mi primer post de este tipo.

En fin, pocas veces le daré gusto a alguien en mi blog como a ella, este espacio es mío y es personal. Creo que la blogósfera es muy grande para leer cosas que sean de su agrado, en el caso de que el contenido que publico no te guste. Es tan fácil como cambiar la barra de direcciones, como cambiar de canal... es más, es algo que yo siempre hago.

He aquí mi reto:

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Parece que he llegado 5 minutos antes, esperaba que ella no fuese impuntual.

Pensé en llevarme el libro que había estado leyendo estos días, pero pensé que eso podría pensar que no estoy interesado en ella. Poco después me vino a la mente que si ella llegaba tarde no habría forma de perder tiempo en los minutos que me permito esperar a alguien.

Discretamente veo el reloj y cuando alzo la mirada está ella… pelo lacio, tez morena, ojos grandes cubierto por un par de pestañas naturales, piernas largas escondidas en un vestido negro que le llegaba a las rodillas, un escote no discreto ni muy pronunciado y tacones que la hacían ver de mi estatura.

De repente la miro fijamente a los ojos y saco de la manga una sonrisa: un calzador para tocar su hombro y saludarla con un beso en la mejilla. Ella me abraza después del beso y sin querer me da la pauta para lo que hice después.

-“Hueles rico”, agregó cuando dejó de abrazarme.

Habíamos quedado de ir por un café. Ella no sabía qué pedir, parecía que quería que ordenara por ella, le pedía algo no tan dulce y no tan insípido. Nos sentamos a platicar, yo decía cualquier tontería y ella reía como si yo fuera una especie de Polo Polo en el CD.

-“¿Tú sonríes mucho verdad? Eso le ha de gustar a todas las mujeres con quien sales.”
-“No, la que se la pasa sonríe y sonríe eres tú. Yo así soy siempre…”

Mientras la veía a los ojos, no podía dejar de pensar lo fácil que era platicar con ella, Conversamos de todo: de lo que nos gustaba leer, de lo que buscábamos en una pareja (en ese momento traté de evadir de que habláramos de nuestras experiencias amorosas pasadas, porque eso nunca termina bien), y me sorprendió que a ella como a mí nos encantara la música de los Beatles.

-“… ¿Te gusta el café? Si no, para la otra te llevo a que nos tomemos unas chelas” mencioné como pretexto para una segunda cita, y porque creía que no le había escogido un buen café.
-“Pues mira, hay un lugar cerca de aquí. Si quieres terminamos nuestro café y podemos ir”

Acto seguido jugueteaba con sus dedos hasta que, antes de terminar su capuccino, ya le había tomado la mano, situación que duraría hasta llegar a la calle. A partir de ahí me golpeaba el brazo cuando yo miraba hacia otro lado y yo pasaba de agarrarle la mano a abrazarla por los hombros, a tomarla de la cintura. Cada vez estábamos más cerca…

-“¿Victoria está bien?” le pregunté con mi mano encima de la suya y mis dedos jugueteando con su muñeca.
-“Sip, me gusta mucho la Victoria” contestó.

Entonces me acercaba a sus labios lo suficiente como para no besarla, luego ella tomó mi mano. Llegó la primera cubeta, destapamos dos chelas y ella quería brindar con un cruzado.

Brindamos, tomamos un trago y entonces supe que ese era el momento, me acerqué para tentarla al beso y cuando me volvía a alejar ella se acercó y me besó.

Mientras me besaba sentía cómo mi boca se llenaba de un calor inesperado, su lengua era un agradable invitado a mi paladar y su sabor se mezclaba con el de la cerveza. Era como caliente y frío a la vez: era el placer que no era más que un principio…

Cuando menos nos dimos cuenta, estábamos riendo como idiotas mientras ya teníamos encima tres cubetas de chelas. Besarnos era casi casi como respirar, no podía dejar de mirar sus ojos al momento de echarme un trago mientras su cintura ya era mía. Ella tocaba mis mejillas con sus manos y sentía que me derretía. No pude evitar besarle el cuello.

Salimos del lugar, era la una de la mañana. Aprovechábamos cada rincón para abrazarnos y besarnos, cada vez me sentía más cerca de ella cuando decidí tocar suavemente su pierna, recorriendo desde la cintura mientras le daba un beso apasionado. Ella correspondió con un largo “mmmhh” que me hacía querer besarla más y más.

Tomamos un taxi hasta mi casa, parecía una señal divina que mis padres se hubieran ido de viaje. Me atreví a tocarle uno de sus senos mientras la besaba apasionadamente en ese Tsuru. De hecho, nos dimos cuenta que, adelante, el chofer echaba de vez en cuando una mirada. Ese vouyerismo poco disimulado en vez de asustarnos nos excitaba aún más.

Habíamos llegado, la cama parecía lista para recibirnos, oscura, con ese olor a madera que me hacía imaginarme en un bosque. No pude evitarle decir lo que me estaba imaginando:

-“Es como la rola de “Bosque Noruego” no?”

-“Es “Madera Noruega”, mamacita. La rola habla de la madera de la que está hecha la cama jajajaja” respondía mientras le daba un beso para que, de momento, el ave no volara.

Yo estaba sentado en la cama mientras ella se acercaba a ese hueco que se hizo entre mis piernas. Apoyé mi cabeza en sus pechos mientras soltaba un poco de aire. De ahí subí lentamente hasta llegar a besar su cuello con la misma cadencia, mientras mis manos se acercaba de su ombligo hasta cada uno de sus pequeños senos ocultos en ese escote que yo volví pronunciado.

Ella por su parte me quitaba el cinturón con sus manos, sentía sus uñas largas tocando sin intención la parte baja de mi estómago. Entonces ella tomó mi pene como si fuera un bastón… y me gustó tanto que la besé efusivamente. Pareciera como si hubiera activado un interruptor en mí, pareciera como si, por ese acto ella quisiera tener el control: eso se estaba convirtiendo en una guerra de placeres.

Eso me hizo volver al cuello, pero ahora con una rapidez proveniente de ese deseo incontenible que ella me había provocado. Con sus uñas comenzó a arañarme la espalda y no pude evitar gemir de placer al sentir que tenía a una verdadera fiera a mis espaldas. Por su parte, mis manos tocaron en un tiempo sus nalgas: me llenó de placer el escuchar un “ahhhhh” súbito y sentir un corte en su respiración. En eso al besar su cuello me volteo y vuelvo a poner mis manos en sus pechos, masajeándolos.

Así la llevé poco a poco hacia la cama para acostarla boca abajo. Mientras seguía con el masaje en sus pechos y los besos entre la división del cuello/ojera, tocaba con mi vientre su abultado trasero, todo a un ritmo.

Poco a poco ella empezaba a exhalar calor.

Seguí besándole el cuello mientras me desabotonaba la camisa, luego seguí con el zipper de su vestido hasta descubrir su espalda. En ese momento siento que ella se quiere levantar por lo que me hago un lado para sentarme en la cama. Ella me deja ver como el vestido cae al suelo descubriendo su ropa interior, cosa que me estaba volviendo loco… aún más.

Ella se voltea poco a poco con una sonrisa: parecía como si el diablo mismo quisiera tener mi alma esa noche, esos labios escondían un secreto que debía serme revelado; parecía un arma apuntando al blanco. Después se lleva la uña a la boca y entonces me dice algo que parecía la siguiente nota de la sinfonía: “Ahora me toca a mí”.

Se deshace de mi ropa interior y comienza a hacerme un blowjob lento, como si estuviera degustando una paleta dulce de un lado, y abriendo un condón por el otro. Ella tenía bien sujeta mi verga y lo único que yo podía hacer era sujetarle fuerte el cabello para verla hacer lo suyo: estaba en una especie de Zen Sexual en el que pensaba en todo, en la nada y en el momento, todo al mismo tiempo.

Y, como consecuencia de una buena meditación, enfoqué todas mis energías a hacerla mía…

Volví a tomar la iniciativa y besaba sus entrepiernas mientras le quitaba la ropa interior, soltar un poco de aire hacía que ella gimiera poco a poco. Mordía con cuidado sus labios, le frotaba un poco mi nariz: me gustaba el olor que de ella emanaba. Agarraba tan fuerte sus caderas que veía los resultados en su rostro. Entraba y salía de sus interiores “a contratiempo”.

Sentía fuerte el pulso de mi corazón mientras trataba de no llegar primero, ahora yo tocaba con el pulgar su vulva y con el otro brazo me apoyaba en la cama. Parecía que el placer no terminaría hasta que sentí que ella movía bruscamente sus caderas hacia arriba y en mi estómago la fuerza de mis soles explotando al mismo tiempo.

Al día siguiente yo estaba en la calle, con esa sonrisa de millón de dólares, cuando siento vibrar mi celular: era un mensaje de ella, con una frase que no voy a olvidar en mucho tiempo: “Oye, no te lo dije, pero estaba delicioso el café que me compraste. Besos xD”.

FIN


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Agradezco a "La Dama de la Lujuria" sus atenciones y sólo espero que le guste lo que escribí, de la misma manera que a todos mis lectores. Digo, al fin y al cabo así es esto del blog, uno se expone a las críticas, sean buenas o malas y la verdad aprecio todas las bien intencionadas.

Ahora sólo espero saber más de usted, estimada lectora =)

Nos vemos en el futuro.

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