El Plan.
Quiero romper las reglas. Es muy difícil el hecho de que uno debe de comportarse de una manera, y empiece a reaccionar de otra. Así me he convertido en un hombre insensible, sin emociones hacia las demás si no es por uno mismo, dejando a mi paso un sendero de corazones rotos.
Desde cuando me empezó a importar poco los sentimientos ajenos????? Desde que destrozaron los míos????????? Desde que consideré que llorar y amar y todas esas cosas, se podían largar por toda la frivolidad que ahora deseaba... o quizá por el aburrimiento de la vida, sus contratiempos, sus rutinas y toda esa parafernalia que tiene al hombre común hasta la madre de las cosas.
Quizá comencé desde el momento en que ví que jugando limpio no podía ganar, y empecé a mentir, a mis papás, a mis familiares, a mis amigos, a mis novias... a mi mismo. Me he creído que soy un hombre que es capaz de burlar al desamor, de jugar al seductor sin alma, y con una careta creíble tengo posibilidades de no ser un loser.
Cosas como estas se hacen concientemente, pero se guardan en el subconsciente para negar la culpa que ahonda en el alma, pero son producto perecedero y apestoso con el tiempo, y lo peor de todo, no sólo te lo quedas tú, sino que, con ese veneno, empiezas a contaminar a los demás, a tal grado de alejar a todos los tuyos con tu peste.
Por eso quiero romper las reglas, para no sufrir, para engañar a la vida, de la que el sufrimiento es parte, y rehacer la realidad a mi antojo, a mi semejanza, haciendo una doctrina en la que nadie puede salir dañado, para mitigar el dolor de mis culpas, haciéndolas transitorias, pasajeras, así como es nuestro paso en este mundo.
Ahora me encuentro aquí, con toda esa mentira, y con su respectiva melancolía, pidiendo perdón al Creador por todas y mis ofesas, y por mi plan, ese que ya hice antes de que la Chingada venga por mi.
Disfrutaré de mi mentira antes de que la verdad arrase con ella, antes de que vuelva a ser el mismo de antes, sin trampas, sin metiras, sin ventajas, sin culpas ni remordimientos: libre.
Cuando llegue ese día, realmente podré llegar a ser un buen hombre.
Desde cuando me empezó a importar poco los sentimientos ajenos????? Desde que destrozaron los míos????????? Desde que consideré que llorar y amar y todas esas cosas, se podían largar por toda la frivolidad que ahora deseaba... o quizá por el aburrimiento de la vida, sus contratiempos, sus rutinas y toda esa parafernalia que tiene al hombre común hasta la madre de las cosas.
Quizá comencé desde el momento en que ví que jugando limpio no podía ganar, y empecé a mentir, a mis papás, a mis familiares, a mis amigos, a mis novias... a mi mismo. Me he creído que soy un hombre que es capaz de burlar al desamor, de jugar al seductor sin alma, y con una careta creíble tengo posibilidades de no ser un loser.
Cosas como estas se hacen concientemente, pero se guardan en el subconsciente para negar la culpa que ahonda en el alma, pero son producto perecedero y apestoso con el tiempo, y lo peor de todo, no sólo te lo quedas tú, sino que, con ese veneno, empiezas a contaminar a los demás, a tal grado de alejar a todos los tuyos con tu peste.
Por eso quiero romper las reglas, para no sufrir, para engañar a la vida, de la que el sufrimiento es parte, y rehacer la realidad a mi antojo, a mi semejanza, haciendo una doctrina en la que nadie puede salir dañado, para mitigar el dolor de mis culpas, haciéndolas transitorias, pasajeras, así como es nuestro paso en este mundo.
Ahora me encuentro aquí, con toda esa mentira, y con su respectiva melancolía, pidiendo perdón al Creador por todas y mis ofesas, y por mi plan, ese que ya hice antes de que la Chingada venga por mi.
Disfrutaré de mi mentira antes de que la verdad arrase con ella, antes de que vuelva a ser el mismo de antes, sin trampas, sin metiras, sin ventajas, sin culpas ni remordimientos: libre.
Cuando llegue ese día, realmente podré llegar a ser un buen hombre.
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