Día 13. Una canción que te guste en secreto. El título mismo lo revela. ¿Qué les puedo decir? Este quizá es de los post más personales que he escrito en mi vida porque pocas veces manifiesto esto en público: no me desagrada el reggaetón.
Todavía recuerdo el gag en el primer podcast de Olallo Rubio en el que uno de los mamones más prominentes del país se ve atraído por el perreo cuando ve cómo mujeres sensuales lo bailan sin ninguna vergüenza. Recuerdo hace 7 años cuando Fabrizio, antiguo y entrañable bloggero, fue a su país de nacimiento y decía que allá ya estaba pegando este ritmo. Después vi que tanto el tipo fresa clase media que le gusta pavonear con el carro del papá lo escuchaba como el oriundo de barrio, devoto de San Judas Tadeo y de la vida brava.
Los que manifiestan su odio a este tipo de música se justifican en las letras y tienen razón, alto contenido sexual, denigrante para el sexo femenino, con ideas superficiales y desechables. Mis argumentos para que no me guste van más con mi idea de que eran herederos de las glorias de El General (otro gusto culpable), música sin mucha idea, más asociada a la simpleza de percusiones tribales y a instintos básicos, en momentos hilarante por el descaro en cada estrofa. Ritmo básico que sí, recordaba a esos sound systems que popularizaron el reggae en Jamaica, pero con un poco más de velocidad. Odié “Gasolina” de Daddy Yankee a los 30 segundos de escucharla, buena muestra para quedarte con una impresión de lo que puede ser todo el género.
Pero un día, cuando menos lo sospeché, me vi disfrutando de un cover de Don Omar hecho por el dúo de comediantes andaluces Los Morancos y rematé con este sencillo pensamiento: ¿Por qué demonios no dejarme llevar por el ritmo? Si algo he aprendido en esta vida es a tratar de ser abierto (con ciertos límites) a diferentes y personas, con tal de no perderme ninguna experiencia que tal vez sea enriquecedora, también a no juzgar a la gente por sus gustos y tratar de entenderlos. Por lo mismo, tímidamente, me he acercado al reggaetón y me he dejado seducir por algunas canciones que hacen fiesta en mi cuerpo. Fue liberador abrazar la música de Calle 13 (fue una bomba atómica para mis oídos: ¡geniales!) e incluirá otros artistas entre mi biblioteca musical.
Una de esas rolas es la del día de hoy. Llegó a mí como el primer acercamiento audiovisual, gracias a canal 11. Ahí veía a un tipo con más facha de drogadicto puertorriqueño que de músico; era más bien un Snoop Dogg región 4, que en su pachequez se ponía a declamar rimas con contenido sexual explícito, es un flow contagioso. Un par de años después escuché el disco completo: El Abayarde (“abayalde”, ya tu sá…). Sus composiciones son poderosas, vertiginosas, provocativas y francas. Pa’ que “retozen” (vamos, hasta mal escrito está) tiene uno de los sampleos más pinches, es muy breve, la letra es totalmente misógina; sin embargo tiene el poder de alegrarme en un día pesado y de insertar la idea de querer bailar: Alegría a tu cuerpo, sin Macarena.
¿Cuál canción consideras tu gusto culpable?
Nos vemos en el futuro.
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