Creo que nunca le agarré el gusto al cigarro, no por la sensación momentánea de envenenarte los pulmones o una efímera tranquilidad que ofrece un momento para respirar. No me gusta que el olor se pegue en el aliento, mi ropa, en mi sudor; podré aguantarlo en otros (disfrutarlo en otras) pero en mí me da un asco tremendo al día siguiente. A veces me gustaría quitar el mueble de a lado de la cama que me impide ubicarme bien en la ventana y prender un cigarrillo en la noche mientras veo las estrellas.
¿Qué hago escribiendo tan noche? No lo sé (frase que debería decir “sí lo sé”, porque después viene la explicación del por qué lo sé), quizá es deuda que tengo conmigo de hacer más post aunque analytics diga que sólo me leen en promedio 20 personas diarias de forma recurrente. Me refugio en el nuevo videojuego para no retomar la novela. Ella está ahí esperando a que le meta mano, cual malquerida que vive a la sombra del macho clásico, que disfruta más de otros placeres que con los de casa.
No tengo sueño, me he estado durmiendo en varios momentos del día, como en el partido de la liguilla del mediodía (verdadero somnífero) donde el gol medio me despertó para volver a bostezar. El segundo fue cuando regresé a casa, no quise hacer nada más y volví a dormir. Ahorita como que vuelve el sueño. Para qué lo niego, estoy hecho para la noche. Ojalá hubiera más noches divertidas.
Hace una semana escribí en mi vicio twitter: “y si fuera más feliz? y si no fuera tan huraño como a veces soy? más alivianado? menos mamón?”. Sí, sería alguien diferente. En verdad me gustaría cambiar esas cosas también: levantarme una mañana con ganas de abrazar a todo mundo, no estar a la espera de juzgar a los que quiero, agarrar el teléfono y hablarle a mis amigos sin un pretexto para hacerlo, tomarme la vida más a la ligera, no ser tan pesimista y tener otra actitud ante la situación adversa. Sería tan distinto que creo que no me reconocería. Ando trabajando en eso, no es fácil cambiar de la noche a la mañana, pero creo que ahí voy.
Bajé de peso, no creí que hubiese bajado tanto. De pronto me vi probándome esos pantalones talla 32 que no me quedaban y me sorprendí que me quedaran. Le traigo ganas a esos dos jeans pegaditos y a los de batalla de hace años que aún están buenos. Debería hacer más por tener mi peso ideal, hay una playera azul con la imagen del maestro Garcés que me gustaría probarme.
No puedo dejar de pensar en 500 días con ella, película que sin duda des de las mejores que he visto. No me hubiera gustado ir sólo, sino compartir impresiones de la historia, la música, las referencias cinematográficas y cantar las rolas del soundtrack (que ya adquirí). Les dejo una de mis escenas favoritas de la peli, que describe un tipo de felicidad: lo que uno siente después de tener un #follonnecesario (ambientado con Hall & Oates, qué mejor!):
Sí, divagar en la noche rulea. En fin, comienza la semana y para mantener los planes hasta diciembre debo tener dinero y hallar maneras para conseguirlo.
Nos vemos en el futuro.
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