domingo, noviembre 15, 2009

EL CONSEJO DEL AMIGO LEO

Son más de las tres, me perdí de Nortec pero a cambio la vida me dio alguno de esos momentos en los que dices: para eso están los amigos.

Si creía encontrar condescendencia en los que me aman, estaba equivocado. De mi amigo Leo encontré la crítica más dura, la incredulidad de mi situación pero la suficiente sinceridad para decirme “la cagaste”. Recibí sopa de mi propio chocolate, así, sin miramientos, honestidad brutal que es preferible a la dulce y digerible mentira. Lo sé por experiencia.

La conversación estuvo aderezada con ese Red Label que compramos a principios de Octubre a razón de su cumpleaños. Ayer la botella supo mejor. Fue como si el Sprite frío se hubiese convertido en Ginger Ale, adquirió tintes refrescantes que fueron lubricante para el alma. Sigo, como el protagonista de la peli del jueves, dudando del destino; sin embargo, esas crudas palabras de mi amigo era justo lo que necesitaba escuchar.

Desde cuando Leo se volvió tan sabio? Ha pasado por muchas cosas como la muerte de su padre y la depresión que le sobrevino por no conseguir trabajo Consiguió canalizar su don por las relaciones públicas, también una ambición que ha tenido como estandarte a su hijo. Así lo comprendí al analizarme, desmenuzando cualquier justificación mía y dándole una justa dimensión. Supe por qué es como es y por qué hace lo que hace. Reafirmé por qué lo admiro.

Y así desarmado y con una playera con un tiro al blanco en el pecho, todavía me da unas palmadas y me recuerda quién soy y para quién debo hacer todo lo que hago. Me recuerda mis responsabilidades y mi situación actual. Hace memoria de aquellas cosas por las que me admira y me dice que todo va a pasar y que volveré a tener una oportunidad. Lo importante es dejar en el olvido esos errores que tuve y no volverlos a cometer, signo vital para demostrar que has crecido.

Ojalá se de esa chance ir a un Starbucks cerca de su chamba y continuar esas conversaciones que hemos tenido desde la universidad. Tan leales, tan letales. Con la admiración mutua que tienen dos espadachines, la camaradería de dos ancianos que juegan billar, la hermandad que no conoce de sangre o códigos genéticos. Ya sea con café, chela, brandy o whiskey, las reglas no cambian entre estos dos amigos.

Qué raro fue también hablar de redes sociales y que ahorita él esté interesando en ellas. Aún más extraño fue escucharme a mí hablándole del tema, creo que no había demostrado mi entusiasmo a nadie fuera de este mundito loco. Fue padre tener un tema más de conversación.

Sí, me perdí de Nortec (dícese que fue uno de los mejores conciertos de año) pero a cambio obtuve lo que necesitaba en manos de alguien a quien le importo. Eso, para terminar como lo haría un indiscutible amo del cliché (que soy), es priceless.

Nos vemos en el futuro.

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