Cuando el pueblo de Israel hubo salido de vagar 40 años por el desierto, se internó en la tierra que habría de conquistar, atravesando el Jordán. Una vez hecho esto, el dirigente judío Josué, mando a recoger piedras de aquel río e hizo con ellas un altar en memoria del sufrimiento de esos años para llegar a lo que llamaban “tierra prometida”… para no olvidar todo lo que pasaron.
Éstas son mis piedras.
Mi papá dice que ya no recuerde que han pasado más dos años que tuve un trabajo de oficina y año y medio sin ingresos. Yo no quiero olvidar, para ya no volver. Una vez me tocó regresar y no es nada agradable. Si de algo ha servido todo este camino, debe ser para reflexionar y valorar. Perdí las cosas que quería y de a poco las voy recuperando.
Ayer me puse a leer el blog, no todo fue malo. Hubo cosas en verdad chidas, conocí a nuevos amigos y me puse nuevos retos. Sin embargo, sufrí mucho, empecé a perder confianza al grado de ya no querer hacer las cosas. Los sueños que fui construyendo apenas hace un par de meses estaban dilapidados, sólo quedaban de ellos los escombros.
El cambio sucedió sutilmente junto con este año, ya comencé a ganar un poco de dinero. Pasaron meses difíciles, tuve que ajustarme con los gastos, cambiar algunas actitudes y ver la vida sin el acostumbrado pancho que suelo hacer. Hace apenas dos meses me puse a hacer ejercicio, hace un mes empecé a ganar otro dinero extra y voy cambiando poco a poco de actitud, esto me ha costado más trabajo, pero en verdad me estoy esforzando en no ser como antes.
Ayer en la noche me avisaron que ya tengo trabajo nuevo, que es de lo que me gusta y que empiezo el lunes a las 9 de la mañana. En verdad no ganaré mucho, pero trabajaré como nunca antes, como debí hacerlo hace años, cuando las cosas me eran más cómodas. En verdad agradezco a Dios la oportunidad en tiempos como estos cuando ya pocas personas confían en mí. Eso me compromete a esforzarme y a valorar cualquier trabajo de ahora en adelante. Al parecer todo se maneja en ciclos y toca que este sea mejor para mi.
De esta forma, me toca cruzar el río para llegar a mi tierra prometida. En estos dos años están las piedras y son el monumento para no olvidar que la vida no es fácil, que lo importante es lo que yo crea de mí, que todo lo que quieres se puede ir en un instante y que no hay mal que dure 100 años.
Si sobreviviste conmigo en este tiempo, te doy las gracias. Si no y de casualidad lees esto, créeme que no soy el mismo y me gustaría que me acompañaras para ver qué sigue después. Sólo quiero decir que ahorita me siento muy feliz.
Nos vemos en el futuro.
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