Hay gente que dice que tomarle foto a la comida es de mal gusto… me vale madres! =)
Cuando iba en prepa, buscaba siempre rutas diferentes para llegar a casa, a veces porque me gastaba el dinero en cómics, porque por andar distraído me pasaba de la ruta o simplemente porque quería llegar tarde a casa o caminar un tramo que usualmente recorría en transporte.
Quien conoce a mi familia sabe que habíamos sido garnacheros de toda la vida, tacos, tortas, tamales, sopes, huaraches. Hoy los hábitos son diferentes porque ya nos cuidamos más y hasta hacemos dieta; pero, como diría Jagger en su rola para Alfie: “Old habits die hard” y por esta ocasión puedo disfrutar de un refresco bien frío y de la torta especial.
Como les decía, el prepa tomaba diferentes rutas, y una de ellas me llevó al cruce entre el final de Avenida Morelos y la Vía Morelos (sin duda de las avenidas más importantes de Ecatepec, junto con la Avenida Central, que cruza parte de Neza), ahí se encuentra una tortería. Ese día yo tenía mucha hambre, pero lo que se dice mucha.
Como en todo establecimiento que digne de llamarse tortería, había diferentes clases de Tortas: la hawaiana, la española, la rusa, la imprescindible cubana; además de otras con nombre de mujeres: la Trevi, la Tatiana, la Lucero, entre muchas otras. En el menú pegado en la ventanilla de ese local semi establecido (un cubículo de lámina, con una cacerola para freír, la parrilla para calentar y un espacio para el pan y para cortar) viene lo que contiene cada torta, hay más sencillas y económicas… pero, como les dije, moría de hambre.
Entre todos diferentes manjares había una que cubría totalmente mis expectativas: la torta especial. ¿Por qué era perfecta? Tenía salchicha, milanesa, quesillo (forma en la que llaman al queso Oaxaca deshebrado y derretido) y además pierna (que no era de mi predilección pero no importaba). Cuando me la terminaron de servir superó mis expectativas, era bastante grande, de un bocado no podía abarcar la altura. Bien servida, sabrosa, apenas y me la acabé…
Con el tiempo fueron cambiando los torteros (han de ser familia, todos se parecen, los condenados) las tortas ya no las hacían tan grandes y cuando entré a al Universidad ya no pasaba, a pesar de que me mudé como a 10 minutos de ahí. Después, estuve más cerca cuando trabajaba, pero iba a comer a casa. Alguna de las pocas veces que pasé me di cuenta que decían que ya eran de 24 hrs, pero nunca he pesado tan tarde como para comprobarlo.
Hoy esa tortería me queda de paso a… mi actividad cultural vespertina. Como ya dije, ando como en dieta, sin pan, sin frituras, sin refresco, comiendo a horas determinadas, tomando mucha agua. De hecho ya bajé un poco y eso me anima; sin embargo, un regalo de bienestar que me puedo dar (ya no tan seguido como antes) en donde combino todo lo que no puedo comer se encuentra esa torta, una recompensa deliciosa, tanto como el primer día.
Gustas? =)
Nos vemos en el futuro.
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