Si bien éstos son tiempos en donde la navidad es una simple cena, donde ya no se adorna la casa, ni se cantan villancicos, ni se prenden luces de bengala y mucho menos se recuerda el verdadero propósito, reduciéndolo a mera actividad comercial; es un buen momento para echar vuelta atrás y ver que una de las cosas que no debemos olvidar es nuestra capacidad para ejercer el perdón, en sus diferentes variantes.
Hoy, que mis navidades no son como antes (mejor dicho, se ha vuelto una caja de regalos vacía) quiero usar la palabra perdón de la manera más sincera que puedo, más allá de que haya quien diga que es una época para perdonar, me gustaría pedir perdón por todas esas cosas dichas y no dichas en este año… y en algunos otros.
Quiero pedir perdón a mis padres, que me dieron con su esfuerzo educación que al momento no he podido fructificar en un trabajo o en la construcción de un futuro, a los que les contesto mal y que no tolero que se metan en mi vida, los que siempre dan sin pedir nada a cambio. A veces olvido que ellos (junto con mi hermana a quien también se la debo) son mi fuerza, que sin su amor yo en este mundo sería nada.
También ofrezco excusas a mis familiares por alejarme de ellos. Me es grato saber que me dicen que me extrañan y que desearían verme más seguido, que veo en ellos las caras sonrientes que he evitado durante los últimos años, en un afán por hacer una vida de mi propiedad me he apartado de los míos, de la familia de mi padre y de mi madre, de mis primos, y sin quererlo de mi mismo.
Públicamente quiero (por última vez, lo prometo) pedir perdón a todas aquellas personas que se ofendieron por el penoso asunto de big blogger. Cualquier excusa no es suficiente para hacerles sentir mi pesar y decirles a aquellas personas que se decepcionaron de mí a causa de eso, que aprendí la lección y que pensaré un poco más antes de cometer las estupideces acostumbradas.
Quiero pedirles perdón a los que considero (y me consideran también) mis amigos, por mantener mi distancia este año con respecto a los anteriores, por defraudarlos o por no estar cuando más necesitaban de mí, a los que están conmigo y a los que ya no están, como mi amigo Leo, del que no sabré en un buen tiempo. A mis veinte lectores les agradezco su paciencia y los pido perdón si alguna vez los he aburrido con lo que escribo o por mi falta de letras.
En especial (aunque creo que esto ya no lo leerá) quiero pedirle perdón a Marina, porque no supe apreciar su amistad, por la forma en la que se complicaron las cosas y sobretodo, por el final, me comporté como un idiota y es algo que jamás podré perdonarme. Si algo aprendí en este año, es el valor de la amistad que las personas nos ofrecen y la forma en la que complementan nuestra vida.
Y más que nada, quiero pedirme perdón a mí mismo, porque este año me he tratado más duro que en otros, que no he podido superar las metas que me había propuesto y no he hecho esfuerzos por continuar forjando mi vida, sin lamentaciones por cada equivocación hecha o por cada insumo perdido. Es tiempo (cualquier día es bueno) de usar el perdón, de cambiar y ya es hora que también yo lo haga.
En fin, nos leemos en dos días.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario