jueves, septiembre 13, 2007

DE PLACERES

Han sido días muy placenteros, además de obvias razones. Ese sentimiento de bienestar, de calor en el cuerpo, de alegrías instantáneas, de vibrar y recibir del exterior percepciones agradables, de sentirse, sí, sentirse vivo. Me declaro en este momento el hedonista que siempre he sido.

Estos días he evitado el placer de una taza de café en las mañanas, después del trabajo estresante de 8 a 10. El café me quita el mucho sueño y me anima a soportar hasta el anhelado regreso a casa. Cada sorbo caliente me ayuda a relajarme y, al mismo tiempo, mi cuerpo se va llenando de una energía placentera.

Comer entre comidas es lo que podía llamar como uno de mis más antiguos placeres culpables; aunque es uno de los que más fuerza ha tenido estos días. Las ya mencionadas y exquisitamente sabrosas gorditas de la esquina llenan ese vacío de hambre que se genera al salir del trabajo, poco a poco se va convirtiendo en un ritual vespertino y necesario.

Uno de los placeres que no deberían ser negados a los seres humanos, al igual que el sexo, es el efímero placer de un beso en la boca. No sé qué logra ese intercambio de fluidos que en los noviazgos, (o con las amigas cariñosas) pero suele ser un antojo constante, insaciable y, en ocasiones memorables, resulta ser evocador. Como he podido comprobar en estos días, los mejores son los que tiene un alto nivel de pasión…

Dormir en la tarde, sobre todo cuando no se duerme como se debería, es un placer que reestablece los sentidos. Las nombradas siestas me hacen mucho bien cada que las tomo, aunque uno paga el precio del insomnio nocturno, suelen hacer del día siguiente un instante más placentero.

Placer es ver, es ponerte el disfraz de voyeur y romper los límites. Es vivir de la adrenalina que causa el temor de ser atrapado en el acto de ver, o tener la sensación de bienestar al sentir la mirada ajena, violentadora de las intimidades, tan juguetona y perversa.

Leer un libro, conocer un punto de vista diferente, interesarse en una historia, seguir un blog, emocionarse con un cuento, descubrir significados diferentes, reír, excitarse, entretenerse al fin y a l cabo con signos. La lectura es uno de esos placeres que no he buscado: ella llegó a mí.

Los placeres también se hallan en lugares inesperados, en las sorpresas (como ese helado “Cookies & Cream” del Häagen Dazs en el aeropuerto), en escribir y dar rienda suelta a la imaginación, en el iPod cargado con música alegre, en ir sentado en el metro.

De aquí salgo por unas gorditas… y de ahí a un spa.

Nos vemos en el futuro.

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