[De Fondo:Plastilina Mosh - Enzo]
Hoy fue mi primer día del taller de novela.
Es increíble la cantidad de gente que somos en la Ciudad de México, fuera de ella y cómo las “horas pico” van haciéndose de más de 60 minutos. Hoy había un inexplicable tráfico en la autopista México-Pachuca, digo inexplicable porque no había ningún accidente: simplemente había tantos carros que por sí mismos generaban el congestionamiento. Creí que no iba a llegar temprano, de hecho, llegué casi a la hora, lo cual fue un verdadero milagro, gracias al metro, que, esta vez no me falló y se fue rápido.
Por fin llegué a la casona, de esas que seguro abundan en Coyoacán, me senté y empecé a escuchar los conceptos de la novela, por algunos lados filosófico y por otros poético; pero entendí que la novela es mucho más que una historia: que es como la vida misma, que los personajes, al tener una visión particular del mundo, pueden cobrar vida propia.
Entre los la bibliografía de consulta, está un libro que ya tengo que se llama Aprendíz de Novelista de Humberto Guzman: un gasto menos.
Es raro, existen en este taller muchas personas que sobrepasan los 40 años y pocos los que no pasamos de los 30. Me agrada cómo se conformó el grupo: hay una señora que ya escribió un cuento y que su forma de expresarse es muy fluida, una bióloga que tiene muchas inquietudes al enfrentarse a este nuevo reto, dos adultos mayores que ya llevan hasta borradores de novela, una chava que escribe cuentos para niños, un tipo que escribe cortometrajes, otra guiones, una que estudia literatura inglesa y un chavo que va en la prepa.
Yo tenía pensado trabajar e una novela cuya idea se me ocurrió especialmente para el taller; sin embargo, creo que es prudente seguir usando la novela en línea que ahorita estoy escribiendo. Sólo llevo un capítulo, aunque hay veces que parece que el escrito se escribe por sí solo: mis amadas musas han vuelto a mí en el momento en el que más las necesito.
Ya no he tenido chance de escribir en la chamba porque me han puesto a respaldar videos de la página de Internet donde trabajo. De veras cuento los días para salir de ahí, cuando pienso por qué pasé tanto tiempo ahí, veo que de otra manera hubiera permanecido inactivo y muchas cosas que ahora pasan en mi vida no hubieran sido si permaneciera lamentándome en mi casa.
Necesito escribir más, aparte de la tarea que me dejaron en el taller, tengo que escribir el ejercicio de metatextos, en el blog, seguir escribiendo la novela. Aparte que tengo que leer más que de costumbre, ojalá pudiera dormir menos.
Ahorita ando escuchando un disco con rolas que me grabó mi nueva amiga Minerva, me puso mucho de su amada música electrónica y un poco de mi consentido lounge. Con ella estoy preparando un podcast que se llama “La hora del café” (era eso o mi egótítulo denominado “El podcast de los dioses”). Fue una experiencia grata que quizá esté armada el miércoles, esperamos que les guste.
Nos vemos en el futuro.
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