Este post originalmente sería publicado en otro blog, pero como ya se tardaron en publicarlo y no he podido escribir ni una palabra esta semana, les dejo estas letras a su consideración:
¿Qué es el hombre sin pasión?
Debe compararse a un mueble viejo arrumbado e inútil, a un auto sin gasolina, a la hierba que muere quemada al final del día, un satélite que no gira alrededor de nada, una fogata apagada. He escuchado de muchas personas que aconsejan frenar o controlar las pasiones. Yo no me imagino a la humanidad sin ellas.
No sé si les haya sucedido pero cuando yo experimento una pasión, siento cómo me hierve la sangre. Una euforia que no es producto de ninguna droga alza mi pecho. Automáticamente me pongo de buenas. El mundo se endulza de un azúcar que sólo tú percibes, es alimento para tu alma, consuelo para la vida monótona y generador de las mejores emociones existentes.
Las pasiones, como todo lo inherente en el hombre, son subjetivas. Yo quiero pensar que comparto las mías con varias personas, que muchas veces no estoy solo. Hay otras que no comparto con la gente que conozco, pero no significa que no reconozca (inclusive que admire) que sean capaces de expresar su dicha, aún si es algo moralmente controvertido.
Una de las primeras veces en las que sentí aumentar mi torrente sanguíneo fue cuando leí una buena historieta. Como buen fan me sé cada detalla de aquel cómic que leí a los 8 años. La historia se llamaba “El Destino de Fénix”: la trama era apasionante, el dibujo era perfecto y el final es impactante. Después leí Watchmen de Alan Moore, el Spider-man que se escribió en el 2001, Los Invisibles de Grant Morrison, el Iron Man de Matt Fraction y tantas historias que he leído que tienen el mismo resultado: que me den ganas de saltar de la silla y gritar como desquiciado.
Creo que más allá de los dibujos, las historias son las que al final terminan atrayéndome. Historias como las de las buenas novelas, series de televisión o películas. Suelo alimentarme tanto de ellas que me aprendo diálogos, me identifico con los personajes y siento como espectador/lector como si estuviera comiendo una sabrosa comida cada que me acerco a estos tipos de entretenimiento, es un placer inconmensurable.
Hay otras pasiones que no me impactaron de momento hasta que simplemente se volvieron indispensables, como el fútbol. Me hice fan de ese deporte a los 11 años, antes de eso no conocía, no lo entendía, ni siquiera lo practicaba. Todo cambió un año antes del mundial del 94. Vi muchos partidos, me hice fan del equipo de mis amores (el Cruz Azul) y después quise saber más, como estrategias, nombres de jugadores y clubes y la historia del deporte más hermoso del mundo.
Otras pasiones han estado desde siempre, como mi ansia por el conocimiento o la música. Los sonidos y silencios en diversos ritmos han estado en cada etapa de mi vida, son los catalizadores perfectos para mis emociones, ruido de fondo para mi caminar, testigo fiel de tiempos vividos y no vividos. Desata mi voz y me impulsa a cantar. Una buena canción se puede apoderar de mí y nunca abandonar mi mente. Me gustan muchos géneros y casi no le hago el feo a nada. Sólo me hace falta saber bailar para disfrutar la experiencia musical como se debe.
Hay tanto de lo que podría hablarles en esta oportunidad, tanto que me eleva como las mujeres, el sexo, la cerveza, las nuevas tecnologías, comer, caminar largos recorridos, viajar en avión… O de las particularidades de cada punto expuesto. Creo que no terminaría, sobre todo porque una de mis pasiones es escribir, me llena, cubre mis limitaciones para relacionarme con la gente, me permite expresar cosas que con la voz son imposibles o resultarían inviables. Quizá por eso decidí dedicarme a escribir toda la vida. A veces siento como si las letras me dieran alas y me animaran a volar.
Nos vemos en el futuro.
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