La espera por fin terminó: no me dieron la beca.
De cierta manera ya estaba preparado para esta circunstancia, aunque yo esperaba que la decisión fuera diametralmente opuesta. Aun así no deja de doler…
Fue bonito ilusionarse algunos días con la posibilidad de tener el dinero cuando ahorita no tengo nada. Me queda de consuelo el que hayan reconocido que tengo talento, pero ahora el consuelo no es suficiente.
Trato en la medida de lo posible de ser fuerte, de pensar que hay que seguir adelante y todas esas cosas que uno hace cuando se levanta; aún así, solo por hoy, quiero disfrutar de mi tristeza, acostarme en mi cama y entrar en los húmedos terrenos del desahogo, para mí hoy no hay mañanas, ni triunfos pasados, la alegría no está invitada.
Ya mañana pensaré en cómo salir adelante.
Nos vemos en octubre.
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