La vida es aburrida, salvo honrosas excepciones.
No tengo pretexto para no escribir en el blog. Justo había leído hace algunos días un post de uno de mis maestros en el cuál afirmaba que los mejores escritos que había leído trataban de todo y nada. Yo recordé inmediatamente De Perfil, de las primeras novelas de José Agustín, que encaja perfecto en la definición. Lo más entretenido, como llegar a un café y preguntar de lo primero que se te ocurra, de un tópico pasar a otro y deambular por el pensamiento a través de la charla, volviendo líquido el tiempo.
La vida va y me es muy cómoda. Me siento muy cómodo aunque mi balsa amueblada va rumbo a un precipicio. Tengo miedo de salir de la nave. A veces me siento como un león en cautiverio, domesticado y educado para recibir su comida sin cazarla, con el instinto enterrado por una buena vida. Adentro está mi lado salvaje, atrapado en mi corazón junto a una canción de Lou Reed, algunas novelas y un traje de cisne.
Llueve y hace calor. Algunas ideas se vacían en twitter y otras pasan por el subconsciente, a un ladito del olvido. No debo parar de escribir. No debo pensar. Pensar siempre me ha limitado. Yo soy de los que analiza mucho las cosas, determino los riesgos. Pero al final de tanto tenerlo en mente termino por no hacerlo. Corrijo los errores que me marca el procesador de texto, excepto twitter, que lo marcará dos veces. En la tele está Love Actually, en la escena cuando Colin Firth le pide matrimonio a la portuguesa. Suena God Only Knows de los Beach Boys. Demoledora, inmortal.
La peli inevitablemente me recuerda varias cosas. La primera es la promesa que hice en un aeropuerto en enero de este año. Está difícil, apenas tengo $300 pesos en una cartera y las cinco libras para mi boleto del metro. Todo me indica que debo ir allá, las señales no dejan de avisármelo, pero no hallo la forma de juntar para ir a la tierra de los anglos. También está mi futuro pendiente aquí, que no cambiará por un viaje (eso creo) y que tengo que atender. Quiero abogar a la fe que no tengo y a la esperanza que no habita en mí para creer que lo haré. No sé, quizá Dios quiera darme una sorpresa.
La segunda cosa que recuerdo es a la chica que me gusta, la de Venus… en mis sueños ya le ganó en número de apariciones a la gringuita. Sí, es raro.
Trato de prometerme a mí mismo que escribiré más seguido en el blog, no sé si lo logre, no sé si lo intente. Todavía hay gente que cree en mí (me dedicaron un cuento, me pidieron que escriba un post para un blog y una pequeña historia para otro) y anhelo que haya quien espere un post mío porque realmente lo disfruta, al menos salió uno de la nada. Es el año menos prolífico de mi vida así que lo que haga a partir de aquí ya es ganancia.
La vida es aburrida. Yo aún busco formas para hacerla un poco más entretenida. Si lo logro, serán los primeros en saberlo.
Nos vemos en el futuro.
1 comentario:
Si la vida es comoda... salta al precipicio es un buen despertar aunque da miedo al principio debo decir.
Publicar un comentario