El día 11 de junio el mundo fue otro. El fútbol por algunos minutos detuvo la rotación de la tierra y la enfocó en la de un balón. Todo mundo, hacia adentro, observando uno de los espectáculos más publicitados en años. A México le tocó cortar el listón de la competencia y con ello la euforia en el país no podía ser menor.
Eran las 8:30 de la mañana e iba por lo que sería mi desayuno. Había gente en las calles, en su mayoría vestidos de verde, no necesariamente con el jersey de fútbol, pero éramos raros cómplices que ahogábamos la sonrisa de vernos. No teníamos que decir nada, no nos conocíamos pero sabíamos que íbamos a ver el partido, que pedimos el día, llegaríamos más tarde, que usaríamos el desayuno como pretexto para estar en compañía frente a un televisor viendo el mundial.
Decidí darle un golpe duro a mi estómago y me compré un six de chelas y mucha botana. En el centro comercial había fila y las ropas verdes seguían. Algunos discutían si compraban suficientes frituras, otros ya hablaban sobre quién debería alinear y si la selección ganaría el encuentro a los bafana bis. Ahí estaba, “multitasqueando” con un ojo en la televisión y el otro en twitter, disfrutando del primer partido, tomándome la primera chela del día y comiendo unas papas, con mi playera verde y saltando de emoción con la primera jugada de los que en ese día vestían de negro.
México logró empatar a pesar del dominio y estuvo a punto de perder contra el favorito sentimental del mundo. Terminó el partido y aún seguías las playeras verdes y negras rodeando el ambiente. México no ganó pero tuvimos el pretexto perfecto para olvidarnos de nuestra realidad por un par de horas ¿Qué importa que nos esté llevando la chingada si podemos celebrar un gol de Rafa Márquez? Podrán decir opiniones sobre el “opio del pueblo” y mil cosas más intelectualoides, pero si lo que vivimos no nos da para más ¿Por qué negarnos al menos un momento lúdico?
Estamos a unas horas de que se repita la experiencia, quizá ya no con la misma intensidad porque empieza más tarde. Otra vez la gran mayoría del país detendrá su marcha para ver a 11 de los suyos enfrentar su segunda cita mundialista. Francia no es Sudáfrica y aunque no están en su mejor momento, será un partido interesante ya que México necesita un triunfo si en verdad quiere un cuarto partido. Otra vez la euforia se sentirá en las calles y si México llega a ganar, creo que será interesante ver lo que hace la gente (imagínense si algunos con el empate les dio por ir al Ángel ¿Qué pasará si se obtiene una victoria? Como sea, el color verde abundará en las calles.
Yo aún recuerdo la emoción de ver a México jugar fútbol en Copa del Mundo desde 1994 (empecé tarde con el gusto pero después ya no se fue). Mi primera playera la tuve en el 97 y no tuve otra sino 8 años después, en 2005. A partir de ahí he poseído cada jersey con el que la selección mayor disputa partidos internacionales, el verde no siempre es del mismo tono, a veces más encendido y otras más claro, cada una como estandarte del momento futbolístico. Tantos recuerdos, triunfos y fracasos en prendas de vestir en sus diferentes diseños. México juega y la etiqueta, moda, tendencia, publicidad y lógica marca que es indispensable usar los colores nacionales, en cualquiera de sus matices.
Nos vemos en el futuro.
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Actualización: GANAMOS 2 - 0!!!!! =D
1 comentario:
Yo ya estoy emocionada, ya quiero que sea mañana, nos reuniremos algunos a ver el partido y seguro lo estaremos twitteando.
Comparto tu visión respecto a las personas que censuranel futbol. Claro que es un opio, claro que es irreal... y? En ese momento nada mas importa, y esa es la magia. Todos unidos por algo que festejamos y que nos hace felices. :D Ademas de las piernas de Rafa Marquez, obviamente. LOL :P
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