Un fin de semana que se pasó de volada…
Recuerdo que me rehusaba a viajar de nuevo de vacaciones, por la sencilla razón de que no me las merezco. Estoy a unos cuantos meses de cumplir los dos años sin empleo, aún quedan pendientes por terminar en el DF y siento que todo ese tiempo desperdiciado no me debería ser recompensado con una ida a la playa. Mi madre dice que así es con la familia: hay cosas que no necesitan ser recompensadas.
Así que me fui a Cozumel con mis papás y mi hermana, después de pasar todo el día en transportes (taxi, aeropuerto, transporte privado, ferry y otra vez taxi) llegué al hotel. Durante el ferry conocimos a unos gringos bien agradables y tranquilos (cosa rara, a decir verdad) que nos hicieron plática. Eran las seis de la tarde cuando nos registramos en el lobby del hotel y ya estaba oscuro.
El hotel estaba aburrido, lleno de gringos viejitos que sólo llegan a dormir después de haber buceado y de parejas (es decir, mujeres guapísimas que no están disponibles). Eso sí, siempre hay comida para todo el día, muy buena atención y toda la cerveza que te puedas tomar. Pero había algo que no nos esperamos, un plus a esa visita rápida a esa pequeña isla caribeña: el carnaval.
De hecho, no sabíamos que era época festiva, por eso mis papás se preguntaban por qué otros hoteles estaban a toda su capacidad si no era fin de año y todavía no es springbreak. Era la primera vez que yo estaba en ese tipo de celebración y no desaprovecharía el momento. Había visto imágenes de los carnavales de Veracruz y de Mazatlán, de internacionales como el de Rio de Janeiro y siempre tenía esa curiosidad de saber que sería.
Muchos carros alegóricos, mucha gente bebiendo cerveza en las calles, extranjeras que parecen ángeles de lo lindas que están, nacionales muy guapas, mucho baile y música tropical, gente disfrazada sonriendo, la celebración antes del arrepentimiento de la semana santa. Todo mundo en el lugar decía “al rato es el carnaval”, “no falte”, “es muy familiar”. Después uno podía ver a varios en los carros, disfrazados, vendiendo o simplemente paseando por toda la calle principal: es la fiesta de la gente.
Creo que no había tomado tantas fotos en un finde.
Al día siguiente mi papá rentó un auto y nos fuimos a la zona de playas, que está al otro lado de la isla, pudimos ver mucha vegetación, preciosas casas y pudimos ver un poco del mar, ya que empezó a llover y nos tuvimos que alejar. Traté, lo más que pude en este viaje, estar lejos de la computadora, o si lo necesitaba para hacer un encargo, a lo mucho una hora, porque quería aprovechar para disfrutar del sol y de la gente, cosa que en realidad hago muy poco en la ciudad.
Escribí este post antes de tomar el avión a México. Ayer estaba muy cansado y no quise publicar de inmediato (el wi-fi en los aeropuertos de México y Cozumel no ayudó en nada). Esta semana en curso será pesada, grabaciones de podcast, invitación a un evento y hacer trámites diversos. También reactivar mi vida, ya que al fin pude ver que las desveladas ya me están afectando físicamente. Ya quiero volver a los horarios que son normales para la mayoría.
Gracias por comentar en el blog, en serio lo aprecio mucho.
Nos vemos en el futuro.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario