[De Fondo: Nouvelle Vague - Dancing With Myself]
El ego es un monstruo terrible al que hay que alimentar.
Recuerdo las incontables veces en las que decía en este, mi blog: “Yo escribo para mí, no me importa nada más”. Recuerdo cómo mi amiga Crazy siempre se burlaba de eso, inclusive el Árbol me dijo alguna vez que nosotros estábamos en esto porque estamos deseosos de que nos miren. Yo agregaría que estamos ansiosos por cerrar el círculo de la comunicación, casi como un mensaje en la botella en busca de un destinatario desconocido.
Aún no sé desde cuando comenzó a nacer el ego, mejor dicho, cuando comenzó a crecer de forma exponencial. De verdad les digo que sólo lo puedo adivinar. No sé si se fue desarrollando cuando entré al big blogger, o cuando gente de un gremio que no conocía me empezó a reconocer, o cuando oí mis entrevistas en una emisión de radio o me publicaron mi primer artículo. Quizá debería remontarme al génesis. Al principio era yo.
Para no hacerla más larga de lo que es, durante los primeros seis años de mi vida, todo apreció girar en torno a mí: atención, comida, aprecio, juego, tiempo, amor… todo era mío. Después me enfrenté a un mundo que no era mío, donde lograba algo de al atención que había conseguido de mi familia en los profesores, pero el mundo era demasiado grande y numeroso en personas como para ser asombrado.
De repente asombrar a la gente fue mi deporte favorito durante muchos años. Había queienes creían conocerme y yo hacía algo totalmente distinto para sorprenderlos, quizá así fui alimentando el ego durante ese tiempo. Con esto del Internet llegó un momento en el que invertía grandes cantidades de tiempo discutiendo en un foro, tratando de ganarme reconocimiento con cualquier cosa que yo escribiera.
Después llegue al blog, es tonto pero todavía sigo comparándolo con un terreno para construir una casa, en donde uno elige qué escribir y cómo hacerlo. Al principio era un diario para satisfacerme a mí, mi intención era registrar eventos significativos, escribir de lo que me gustara, de lo que amo, odio y me hace ser quien soy. Me di cuenta que escribía para los demás un día después que leía a mi ex novia, un día después de cortar, cuando temí que leyera lo que en teoría debía ser sólo para mí.
Así he escrito para que me lea gente, a veces pienso en infinitos y a veces en una persona en particular, así varios regalos de cumpleaños han sido post, o he dicho cuánto amo a una persona tan solo con una cuartilla publicada, o he marcado momentos especiales con el ruido de un teclado. Y durante estos años poco a poco mi blog se fue convirtiendo en un templo para mi ego.
Hay veces la vida es tan normal que no pasa nada, a veces no encuentro motivos para escribir algo que sorprendan ni a mí, ya me han dicho que aunque así sea debo escribir. Me he acostumbrado a vivir con el monstruo y a sentirme mal cuando no lo alimento. Quizá el ago en natural en nosotros, pero también el espacio para compartir con personas y sobre todo, para conocerme mejor. Equilibro, otra vez es necesario el equilibrio.
Vanidad de vanidades, todo es vanidad; decía el Predicador.
Nos vemos en el futuro.
Bienvenido: ¿Quieres conocerme? Todo está aquí: mis días, lo que me gusta, mis ambiciones y sueños. En línea desde octubre de 2004.
jueves, marzo 20, 2008
lunes, marzo 17, 2008
JUNTOS
[De Fondo: The Beatles - Come Together]
Por el camino hacia el Distrito Federal, hay un cruce de vías por el que el tren todavía pasa. Algunos domingos los cuatro vamos juntos en el auto. Justo unos minutos antes de que pasara, mi madre tuvo a bien ver otro camino para pasar antes de la gran máquina; pero más adelante el camino volvía a cruzar con esas vías… y una gran fila de vagones tapaban los dos carriles.
De repente estábamos atorados en medio de un gran mar de automóviles, sin una salida aparente. Antes de que estar tan adentro en el tráfico, vi una ruta para salir, pero al momento de atender, mi papá se fue en otra dirección, yo dije algo y mi papá se molestó. El resultado fue que nos hicimos de palabras y en cuatro segundos ya los cuatro estábamos gritándonos entre todos. Pasaron como 20 minutos en que estuvimos callados, no teníamos idea de cómo iban a mover esos vagones desprendidos, o cuanto tiempo tardarían en despejar para liberar el tráfico, que poco a poco, estaba resultando imposible.
De repente, mi madre vuelve a tomar la idea que yo había plateado y empezamos a cuestionarnos las posibilidades de una ruta alterna. Todo pareció más claro. Vimos que sólo un microbús nos tapaba en camino hacia una calle y hubo oportunidad de pedirle que nos permitiera el paso para salir. Esa calle nos sacó a la entrada a la autopista Pachuca-México y a la libre, en la libre me acordé de un retorno rápido, que nos llevó rápidamente a la Ciudad de México.
Entre mi papá, mi mamá y yo estábamos buscando una manera de retomar el camino y no perder tiempo dando muchas vueltas, pero las alternativas nos harían, al menos perder 20 minutos. No fue sino hasta que mi hermana sugirió Acueducto como una alternativa para el retorno y mi padre sugirió entra a la Unidad C.T.M. “El Risco” para retomar el camino. No perdimos más de 5 minutos.
En momentos como esos, recuerdo que soy fuerte si no estoy solo, si las personas que más quiero están conmigo, mi familia, mis amigos. Sobre todo con mi familia que ahí están, en las buenas en las malas, en las mejores y en las peores. A lo mejor si algunos de nosotros le hubiera tocado esa situación que les plateo de modo particular, no la hubiéramos resuelto de la misma manera, o mejor dicho, de la manera más efectiva.
De alguna manera nos hemos separado y siempre nos volvemos a juntar: eso me gustaría que pasara con todos a los que quiero, que quizá en una temporada no sea la óptima para convivir pero que siempre esté latente esa posibilidad, con tal de hacerla posible cuanto antes.
Ayer recordé que es mejor estar juntos.
Nos vemos en el futuro.
Por el camino hacia el Distrito Federal, hay un cruce de vías por el que el tren todavía pasa. Algunos domingos los cuatro vamos juntos en el auto. Justo unos minutos antes de que pasara, mi madre tuvo a bien ver otro camino para pasar antes de la gran máquina; pero más adelante el camino volvía a cruzar con esas vías… y una gran fila de vagones tapaban los dos carriles.
De repente estábamos atorados en medio de un gran mar de automóviles, sin una salida aparente. Antes de que estar tan adentro en el tráfico, vi una ruta para salir, pero al momento de atender, mi papá se fue en otra dirección, yo dije algo y mi papá se molestó. El resultado fue que nos hicimos de palabras y en cuatro segundos ya los cuatro estábamos gritándonos entre todos. Pasaron como 20 minutos en que estuvimos callados, no teníamos idea de cómo iban a mover esos vagones desprendidos, o cuanto tiempo tardarían en despejar para liberar el tráfico, que poco a poco, estaba resultando imposible.
De repente, mi madre vuelve a tomar la idea que yo había plateado y empezamos a cuestionarnos las posibilidades de una ruta alterna. Todo pareció más claro. Vimos que sólo un microbús nos tapaba en camino hacia una calle y hubo oportunidad de pedirle que nos permitiera el paso para salir. Esa calle nos sacó a la entrada a la autopista Pachuca-México y a la libre, en la libre me acordé de un retorno rápido, que nos llevó rápidamente a la Ciudad de México.
Entre mi papá, mi mamá y yo estábamos buscando una manera de retomar el camino y no perder tiempo dando muchas vueltas, pero las alternativas nos harían, al menos perder 20 minutos. No fue sino hasta que mi hermana sugirió Acueducto como una alternativa para el retorno y mi padre sugirió entra a la Unidad C.T.M. “El Risco” para retomar el camino. No perdimos más de 5 minutos.
En momentos como esos, recuerdo que soy fuerte si no estoy solo, si las personas que más quiero están conmigo, mi familia, mis amigos. Sobre todo con mi familia que ahí están, en las buenas en las malas, en las mejores y en las peores. A lo mejor si algunos de nosotros le hubiera tocado esa situación que les plateo de modo particular, no la hubiéramos resuelto de la misma manera, o mejor dicho, de la manera más efectiva.
De alguna manera nos hemos separado y siempre nos volvemos a juntar: eso me gustaría que pasara con todos a los que quiero, que quizá en una temporada no sea la óptima para convivir pero que siempre esté latente esa posibilidad, con tal de hacerla posible cuanto antes.
Ayer recordé que es mejor estar juntos.
Nos vemos en el futuro.
jueves, marzo 13, 2008
EL EXTRAÑO RETORNO...
[De Fondo: The Beatles - Get Back]
Me sentía mal, pero al ver a mi novia me sentí feliz.
Todo empezó en octubre de de 2007, cuando dejé de tener un buen tema de conversación y decidí dejar de hacer el podcast que hacía con Minerva, andaba todavía muy frescos los problemas de ese entonces y vi que era una buena opción dejar las grabaciones cuando mi estado anímico fuera mejor. Mine nunca estuvo de acuerdo con eso pero al final aceptó.
Había veces que citábamos a podcast y era lo que menos hacíamos, implica un trabajo de edición que en ese entonces sólo yo sabía hacer, nos costaba llenar una escaleta con contenido, ya que a veces no sabíamos que decir, la cuenta de mi novia en podomatic fallaba constantemente hasta que de repente desapareció. Todo eso me hizo decidir ya no seguir con La Hora del Café.
Durante las siguientes semanas, ella no dejó de insistirme que lo volviéramos a hacer, pese a que a que no estaba convencido de hacerlo. Alegaba que el podcast lo necesitábamos para auto promoción; aunque siempre he querido ser en ese aspecto como Donald Trump o Hugo Sánchez, esa vez pensé que sería mala idea. En ese tiempo salieron nuevos podcast que habían hecho lo que a nosotros nos faltó en el primer intento: promoción. Un público fiel a cualquier medio o emisión en un medio siempre es un aliciente para seguir, por mucho que intentes hacer de tu actividad sólo lúdica, el ego es un ser hambriento al que hay que alimentar.
Ya antes lo había intentado con algunas personas, pero con Minerva logré concretizar un proyecto que tiene su química, su chispa: ella una loca maniática que grita al hablar, me interrumpe, se pone a hablar de música electrónica y le copia al Alejandro Franco. Yo por mi parte, adapto como el roll del papá, aunque eso no significa que lo haga bien, casi me apodero del micrófono, de repente me falla la dicción y suelo decir incontables muletillas (que borro durante la edición). Debo reconocer que pese a todo hacemos una buena mancuerna al aire.
Les digo, ese martes vi a mi novia y ella me hizo sentir feliz. Volvimos a grabar, a hacer una escaleta y a tener ese sentimiento de no saber que decir, mismo que se desvaneció con el REC del programa que graba nuestras voces. El tiempo se pasó volando y cuando menos lo teníamos en cuenta, ya habían transcurrido 40 minutos. Entonces los dos supimos que volver era bueno y que esta vez sería mejor que lo que denominamos “la primera temporada”.
En fin, ya tenemos alojado nuestro podcast en un blog, así que espero que nos des una oportunidad de escucharnos, les prometo que pasaran un buen rato, con buena música y con grandes sorpresas que les tendremos en las emisiones por venir la segunda temporada de La Hora del Café.
Nos escuchamos en el futuro.
Me sentía mal, pero al ver a mi novia me sentí feliz.
Todo empezó en octubre de de 2007, cuando dejé de tener un buen tema de conversación y decidí dejar de hacer el podcast que hacía con Minerva, andaba todavía muy frescos los problemas de ese entonces y vi que era una buena opción dejar las grabaciones cuando mi estado anímico fuera mejor. Mine nunca estuvo de acuerdo con eso pero al final aceptó.
Había veces que citábamos a podcast y era lo que menos hacíamos, implica un trabajo de edición que en ese entonces sólo yo sabía hacer, nos costaba llenar una escaleta con contenido, ya que a veces no sabíamos que decir, la cuenta de mi novia en podomatic fallaba constantemente hasta que de repente desapareció. Todo eso me hizo decidir ya no seguir con La Hora del Café.
Durante las siguientes semanas, ella no dejó de insistirme que lo volviéramos a hacer, pese a que a que no estaba convencido de hacerlo. Alegaba que el podcast lo necesitábamos para auto promoción; aunque siempre he querido ser en ese aspecto como Donald Trump o Hugo Sánchez, esa vez pensé que sería mala idea. En ese tiempo salieron nuevos podcast que habían hecho lo que a nosotros nos faltó en el primer intento: promoción. Un público fiel a cualquier medio o emisión en un medio siempre es un aliciente para seguir, por mucho que intentes hacer de tu actividad sólo lúdica, el ego es un ser hambriento al que hay que alimentar.
Ya antes lo había intentado con algunas personas, pero con Minerva logré concretizar un proyecto que tiene su química, su chispa: ella una loca maniática que grita al hablar, me interrumpe, se pone a hablar de música electrónica y le copia al Alejandro Franco. Yo por mi parte, adapto como el roll del papá, aunque eso no significa que lo haga bien, casi me apodero del micrófono, de repente me falla la dicción y suelo decir incontables muletillas (que borro durante la edición). Debo reconocer que pese a todo hacemos una buena mancuerna al aire.
Les digo, ese martes vi a mi novia y ella me hizo sentir feliz. Volvimos a grabar, a hacer una escaleta y a tener ese sentimiento de no saber que decir, mismo que se desvaneció con el REC del programa que graba nuestras voces. El tiempo se pasó volando y cuando menos lo teníamos en cuenta, ya habían transcurrido 40 minutos. Entonces los dos supimos que volver era bueno y que esta vez sería mejor que lo que denominamos “la primera temporada”.
En fin, ya tenemos alojado nuestro podcast en un blog, así que espero que nos des una oportunidad de escucharnos, les prometo que pasaran un buen rato, con buena música y con grandes sorpresas que les tendremos en las emisiones por venir la segunda temporada de La Hora del Café.
Nos escuchamos en el futuro.
jueves, marzo 06, 2008
DE CHOROS SEMANALES..
[De Fondo: Moloko - Forever More]
Creí estar deprimido, pero una vez que me puse a leer Nación Prozac de Elizabeth Wurtzel, vi que… sólo andaba de desidioso.
El leer a una persona que sólo estaba deprimida porque sí, que era algo que no podía controlar y que estaba más en el hoyo que yo me hizo comprender que mi situación, a pesar de todo, no es tan mala, y aunque no veo ahorita una solución, no quiere decir que no aparezca, creo que debo ver las otras cosas que hay a mi alrededor. En estos días me he dado cuenta que, lo que me pone contento es salir y escribir.
Me puse a escribir sobre el fin del mundo, y me salió un relato de ficción, tomando al fútbol como tema. Me puse a pensar qué se necesitaría para que la selección avanzara y sobresaliera en un mundial. Más que habilidad, quizá un buen técnico y un poco de suerte para llegar a la cima del mundo… antes de que éste se acabe. Lo que salió fue el ejercicio de Metatextos, cuyo resultado ahora sí no es tan malo.
Ayer salí con mi novia por las calles del centro. El plan era ir a la exposición que está en el centro pero mejor ella me acompañó a pagar unas cuentas, y yo la acompañé a comer ya que yo ya me había degustado unas sabrosas hamburguesas en casa (y eso que a mi papá no le gustan las cosas “americanas”). Después de tomar fotos en la tarde por Bellas Artes y de comprar unos Red Bull en un Seven (y sentirme nervioso al tomar el producto), nos lanzamos a un evento en el Pasagüero, a mi novia le habían regalado entradas para un evento que no de los que acostumbra ir, por lo que a veces la sentí fuera de lugar, pero al final creo que le gustó.
En ese evento encontré a una persona que trabaja en los medios a la cual admiro mucho, me tomé una foto, intercambié sólo un par de palabras porque me ganó el nervio y ps ya, fui feliz y contento, tanto que al llegar a casa me puse a escribir un post para Big Blogger. Si quieren ver a quien me encontré y el choro que me eché, pásenle por acá.
Hasta leer me está haciendo bien. Dejé el libro del antidepresivo para volverle a dar otra oportunidad al Carlos Fuentes en un compilado de cuentos que se llama “Cantar de Ciegos”. Ahorita las primeras líneas no están del todo mal, un poco rebuscadas y mamonas, pero comprensibles. Ya les contaré cómo me pareció.
Me espera un finde de podcast, cafecito y una que otra actividad para no estar en casa, haciendo lo que me deprime.
Después de los comerciales hacia las cosas que escribí, condimentadas con las cosas de la semana creo que ha salido un post potable que nuevamente ha vencido a la nefasta hoja en blanco. Lo logré! =)
Nos vemos en el futuro.
Creí estar deprimido, pero una vez que me puse a leer Nación Prozac de Elizabeth Wurtzel, vi que… sólo andaba de desidioso.
El leer a una persona que sólo estaba deprimida porque sí, que era algo que no podía controlar y que estaba más en el hoyo que yo me hizo comprender que mi situación, a pesar de todo, no es tan mala, y aunque no veo ahorita una solución, no quiere decir que no aparezca, creo que debo ver las otras cosas que hay a mi alrededor. En estos días me he dado cuenta que, lo que me pone contento es salir y escribir.
Me puse a escribir sobre el fin del mundo, y me salió un relato de ficción, tomando al fútbol como tema. Me puse a pensar qué se necesitaría para que la selección avanzara y sobresaliera en un mundial. Más que habilidad, quizá un buen técnico y un poco de suerte para llegar a la cima del mundo… antes de que éste se acabe. Lo que salió fue el ejercicio de Metatextos, cuyo resultado ahora sí no es tan malo.
Ayer salí con mi novia por las calles del centro. El plan era ir a la exposición que está en el centro pero mejor ella me acompañó a pagar unas cuentas, y yo la acompañé a comer ya que yo ya me había degustado unas sabrosas hamburguesas en casa (y eso que a mi papá no le gustan las cosas “americanas”). Después de tomar fotos en la tarde por Bellas Artes y de comprar unos Red Bull en un Seven (y sentirme nervioso al tomar el producto), nos lanzamos a un evento en el Pasagüero, a mi novia le habían regalado entradas para un evento que no de los que acostumbra ir, por lo que a veces la sentí fuera de lugar, pero al final creo que le gustó.
En ese evento encontré a una persona que trabaja en los medios a la cual admiro mucho, me tomé una foto, intercambié sólo un par de palabras porque me ganó el nervio y ps ya, fui feliz y contento, tanto que al llegar a casa me puse a escribir un post para Big Blogger. Si quieren ver a quien me encontré y el choro que me eché, pásenle por acá.
Hasta leer me está haciendo bien. Dejé el libro del antidepresivo para volverle a dar otra oportunidad al Carlos Fuentes en un compilado de cuentos que se llama “Cantar de Ciegos”. Ahorita las primeras líneas no están del todo mal, un poco rebuscadas y mamonas, pero comprensibles. Ya les contaré cómo me pareció.
Me espera un finde de podcast, cafecito y una que otra actividad para no estar en casa, haciendo lo que me deprime.
Después de los comerciales hacia las cosas que escribí, condimentadas con las cosas de la semana creo que ha salido un post potable que nuevamente ha vencido a la nefasta hoja en blanco. Lo logré! =)
Nos vemos en el futuro.
domingo, marzo 02, 2008
¿Y SI LA VIDA...?
¿Y si la vida no te diera más que esto?
Me lo he estado preguntando toda la semana, el sábado aún más que otros días. Qué pasaría si en mi vida para mi no hubiera más que levantarse tarde, intentar escribir y sufrir las carencias del desempleado que vive con sus padres.
La vida se ha vuelto todavía más monótona que cuando salí de la carrera. Ya no hay escuela, ni siquiera hay un trabajo y estoy solo yo, mis pensamientos, mi computadora y el Xbox 360 que ya no ofrece un reto para pasar el tiempo. Me he estancado, ya no hay ganas, de a poco se acaba la tolerancia y la comprensión de los míos, de a mucho mi circunstancia ha empeorado y no se ve una salida, no alcanzo a ver nada.
Ahora más que nunca he cambiado. Las ilusiones y las fantasías que antes me animaban ya no existen; en su lugar quedó la nada en la que se mueve mi realidad. Un día abrí los ojos y todo en lo que yo creía había desaparecido, sólo quedaba yo, mi familia y mis amigos. Pero aún eso no era suficiente como para izar las velas y continuar.
Mi hermana hoy está en Puerto Vallarta y yo estoy aquí, sostenido de la mano, sintiendo que esa mano está perdiendo fuerza, que así estoy perdiendo libertad inclusive y dejándome recluido en mis propios pensamientos, tanto que no puedo ver más allá de mi propia nariz como dice esa canción…
¿Y si la vida no diera más que desvelos, que fracaso, que esa sensación de que has fracasado, que falta de motivos, que carencias económicas y afectivas; si no hubiera más que cuatro paredes y una ventana a la cual no te asomas, si sólo diera podredumbre, eterno desempleo u oficio sin remuneración, si no hubiera coraje o valor, si hubiera eso que tanto deseaba y ya no creo, si solo diera la misma consecución de minutos, de días, de semanas, de años?
Llevo siete meses desempleado, tiempo que se ha ido volando, en el que no he conseguido nada, en que mis ganas han sido biodegradables; en el que la risa se ha ido borrando poco a poco de mi rostro, mostrando ahora una faz inmutable como una estatua, tan sensible como el mármol, como un espectador que ve una película aburrida a la cuál llama existencia.
Al menos mi único consuelo son las cosas estables en mi vida, como mi familia y mi novia; pero yo estoy lejos de estar bien, me siento inútil y temeroso en cada paso. Y lo peor de todo es que ya no sé cuándo va a acabar todo esto, aún dudo si todo esto algún día se terminará… yo que me la paso diciendo a la gente que todas las cosas malas de la vida pasarán.
Yo ya no sé… y eso es lo que más me preocupa.
Nos vemos en el futuro. No más palabras.
Me lo he estado preguntando toda la semana, el sábado aún más que otros días. Qué pasaría si en mi vida para mi no hubiera más que levantarse tarde, intentar escribir y sufrir las carencias del desempleado que vive con sus padres.
La vida se ha vuelto todavía más monótona que cuando salí de la carrera. Ya no hay escuela, ni siquiera hay un trabajo y estoy solo yo, mis pensamientos, mi computadora y el Xbox 360 que ya no ofrece un reto para pasar el tiempo. Me he estancado, ya no hay ganas, de a poco se acaba la tolerancia y la comprensión de los míos, de a mucho mi circunstancia ha empeorado y no se ve una salida, no alcanzo a ver nada.
Ahora más que nunca he cambiado. Las ilusiones y las fantasías que antes me animaban ya no existen; en su lugar quedó la nada en la que se mueve mi realidad. Un día abrí los ojos y todo en lo que yo creía había desaparecido, sólo quedaba yo, mi familia y mis amigos. Pero aún eso no era suficiente como para izar las velas y continuar.
Mi hermana hoy está en Puerto Vallarta y yo estoy aquí, sostenido de la mano, sintiendo que esa mano está perdiendo fuerza, que así estoy perdiendo libertad inclusive y dejándome recluido en mis propios pensamientos, tanto que no puedo ver más allá de mi propia nariz como dice esa canción…
¿Y si la vida no diera más que desvelos, que fracaso, que esa sensación de que has fracasado, que falta de motivos, que carencias económicas y afectivas; si no hubiera más que cuatro paredes y una ventana a la cual no te asomas, si sólo diera podredumbre, eterno desempleo u oficio sin remuneración, si no hubiera coraje o valor, si hubiera eso que tanto deseaba y ya no creo, si solo diera la misma consecución de minutos, de días, de semanas, de años?
Llevo siete meses desempleado, tiempo que se ha ido volando, en el que no he conseguido nada, en que mis ganas han sido biodegradables; en el que la risa se ha ido borrando poco a poco de mi rostro, mostrando ahora una faz inmutable como una estatua, tan sensible como el mármol, como un espectador que ve una película aburrida a la cuál llama existencia.
Al menos mi único consuelo son las cosas estables en mi vida, como mi familia y mi novia; pero yo estoy lejos de estar bien, me siento inútil y temeroso en cada paso. Y lo peor de todo es que ya no sé cuándo va a acabar todo esto, aún dudo si todo esto algún día se terminará… yo que me la paso diciendo a la gente que todas las cosas malas de la vida pasarán.
Yo ya no sé… y eso es lo que más me preocupa.
Nos vemos en el futuro. No más palabras.
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