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martes, abril 17, 2012
EL REGRESO A LA DIETA
Me pidieron que me subiera a la báscula, juntara mis pies, me parara derecho y ahí cerré los ojos, esperando la noticia. La nutrióloga me dijo que pesaba 103 kilos con 900 gramos.
Amo comer, es uno de los placeres que han sustituido a otros en mi vida, muchas carencias que se olvidan cuando mi paladar se regocija. El estrés se va, las derrotas de la vida momentáneamente se olvidan, esa ansia que crece en el estómago se difumina, un calor gratificante recorre mi cuerpo y el bienestar es preponderante con el estómago lleno. Pero el hedonismo tiene su precio: el lunes pasado quería ponerme el pantalón de mi traje y, oh sorpresa, no me quedó.
Hace semanas, una mujer a la que estimo mucho me había pasado una dieta, ella también le está echando ganas, tiene el potencial para ser no solo bella (que ya lo es y a pesar de las circunstancias, sigue atrayéndome demasiado), sino deslumbrante. Mi hermana ahorita está bajando de peso con alimentación llevada por un doctor. Voy al estadio y antes del partido dan un mensaje sobre la obesidad, veo el TL del Twitter y leo a cierta locutora de radio hablando sobre los problemas que trae el sobrepeso. ¡Nada más faltaba que mi horóscopo hablara de ello! No había opción. Tenía que retomar el camino, ese que hace mucho tiempo también documenté aquí.
Para encontrar el enlace que coloqué en el párrafo anterior tuve que sumergirme en mi historia. Aquella vez me metí de forma superficial en el reto, hoy es distinto. Hoy quiero realmente bajar de peso: una vez ya lo quise así y no pude, pero ahora es más por mi orgullo que solo por sostener mis palabras: también tengo que vivir atado a ellas, le dije a mi hermana que tenía que ser más fuerte que la dieta y ahora yo lo tendré que ser de nuevo. Mi orgullo, como decía, para demostrar que puedo abrirme oportunidades, demostrar el amor propio ahora físicamente y demostrar que también puedo ser deslumbrante.
Apenas llevo el primera semana, me está costando mucho aceptar que ahora tengo que desayunar fruta,que ya no puedo comer entre comidas, ya no tocar las frituras, ni la comida chatarra y ahora la ensalada se ha vuelto mi comida de diario. A cambio, la vida me ha dado comidas deliciosas. La fruta es fresca y dulce, los pepinos con limón se han vuelto un salvavidas, la gelatina light es una fiesta en el paladar y el jamón de pavo con queso manchego me recuerda lo mucho que me gustan la pizza. al momento y a pesar del hambre que me invade en algunos momentos del día, sé que podré anunciar tal como ya lo hice alguna vez, que ya me queda ropa que no me quedaba antes.
No solo es una dieta de comida, es una dieta sentimental. No solo una oportunidad para cambiar la alimentación sino también, ya de paso, mi comportamiento. La intención es que en las siguientes semanas pueda cambiar hasta ser alguien mejor, una persona que puede tomar con más armas el futuro y lo que en él me espera. No solo seré más ligero como lo fui antes, sino liviano en los asuntos del corazón.
A ver qué tal me va. Ya hasta hice una hoja de cálculo en docs para documentar el avance o retroceso de cada semana. ¿Lo lograré? Ya les contaré por aquí. =)
Nos vemos en el futuro.
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1 comentario:
Suerte Gerson. Yo tambén ya regresé a la dieta, solo estoy 5 kilos arriba de mi peso pero ya me veo muy cachetona en mis fotos. Sé que lo lograrás!
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