¡Qué difícil es creer y confiar!
Hace un par de meses entré en un proceso para cubrir la vacante (qué fácil hubiera sido mejor usar la palabra “apliqué”, pero ese no es significado oficial del verbo a pesar de que al escribirlo se entienda) para una empresa editorial importante. El sueño de toda mi vida y una oportunidad para hacerlo realidad, como muchas otras cosas de mi vida, se fue…
Si algo he aprendido de los sinsabores de la vida es que hay que levantarse todas las veces que sean necesarias, por más que duela, por más que no quieras, por más que estés seguro que volverás a caer. Así no me escondo del sol y aparento tranquilidad cuando por dentro aún estoy intranquilo, busco consuelo de donde sea: tengo un trabajo muy tranquilo, me aumentaron el sueldo, puedo escribir lo que quiera y hasta me pongo a escuchar programas de radio donde me contengo la risa. Me encuentro bien, pero como dice mi padre “mientras más tienes y más quieres”.
En el proceso de aceptación me pongo a recitar en la mente mis partes favoritas de The Times They Are A-Changin’ de Bob Dylan: “For the loser now will be later to win… The slow one now will later be fast as the present now will later be past. The order is rapidly fadin'. And the first one now will later be last for the times they are a-changin'”. Quiero creer que situaciones como estas serán transitorias y que estas cosas que se repiten no son mala suerte sino coincidencias meramente desatinadas. Quiero creer que el momento de mi victoria se acerca.
Mi madre me dice que confíe en Dios, que me llevará a un lugar donde todo va a estar bien y a mí siempre me ha costado trabajo; sin embargo, ella hizo una jugada espectacular: me tapó los ojos y me guió por diferentes partes de la casa. Tuve que confiar totalmente en ella, ya que sin mi vista, sería muy difícil llegar a mi cuarto, inclusive hasta peligroso. Este ejemplo fue revelador, dejarse llevar no podía ser solo una opción, ser reacio podría causar accidentes, además ir a ciegas solo conduce a la fatalidad. Necesito confiar en el invisible para poder llegar donde mis ojos pueden ver lo material. Confiar siempre se he ha dificultado, no me gusta depender de nadie.
¿Qué sucederá en el futuro? No lo sé, lo que pueda hacer de él y lo que las circunstancias manden. De pronto me llega un miedo terrible de que se me cierren las puertas a las cosas que quiero, tampoco no sé bien si las desviaciones del camino original me llevarán a un porvenir de satisfacciones. Me debo aferrar a la fe y a la confianza de que si me esfuerzo valdrá la pena y no terminaré jodido, sin esperanzas ni voluntad. También me sostengo de la idea de que el mundo gira y que los que anteriormente estaban inconformes eventualmente llegan a donde quieren.
Y en el momento en que iba a terminar el último párrafo, la vida me trae la última escena de una (para mí) mala película, curiosamente este es un buen final. Mientras el futuro llega, lo esperaré bailando:
What the hell! Life goes on!
Nos vemos en el futuro.
1 comentario:
Hola amigo bloguero: Pues hay que confiar y también en uno mismo. Yo uso gafas y curiosamente de noche recorro la casa sin ellas y a oscuras. Eso no te dirá nada, pero pienso que es una forma de autoenseñarme que si tropiezo tengo que levantar más el pie o fijarme bien dónde piso. Confía en ti. Saludos afectuosos.
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