[De Fondo: Freddie Mercury - Living On My Own]
Yo tengo una teoría que quizá a ustedes les pueda parecer interesante: anhelamos de grandes lo que no tuvimos de chicos.
Siempre he creído que el ser humano por naturaleza se siente atraído a experimentar cosas nuevas y que el tedio le fastidia, así que los destrampados se reservan y los reservados se echan al desmadre; los tímidos quieren ser extrovertidos y los extrovertidos miden sus fuerzas. Los de infancia pobre gastan cada que tiene lana y los de infancia sin carencias tratan de vivir sin excesos. Creo que es como equilibro universal.
Durante toda mi infancia no hubo un momento en que no estuviera al abrigo de mis padres. Con mi madre salía a todas partes, conocía cada línea del metro existente en los 80’s, estudiaba cerca del trabajo de mi madre, mi padre nos levantaba temprano para salir todos juntos, siempre ir con los parientes (te gustara o no), aburrirte horas porque te dejaban encargado con alguien, que te eligieran la ropa, recurrir a su ayuda siempre, escuchar su música, atenerme a lo que ellos decían, aguantarme, callar. Así estuve fácil 15 años, entonces me pregunté qué parte de mi vida era verdaderamente mía… y no supe responder.
Es fácil llevar una vida así, sobre todo si eres tan obediente como yo lo fui en mi infancia… hasta que un día dije no. Decidí que era momento de equivocarme y aprender, de desmarcarme de sus decisiones y tomar las mías, de retomar un rol social y salirme de las reuniones familiares, siempre tan aburridas, siempre las mismas. Salirme al metro y trasbordar, regodearme en el transporte colectivo, de usar playeras ridículas, peinados raros, de adoptar hobbies, intentar no quedarme con la explicación del mundo de papá, buscar otros afectos aparte del incondicional materno, llenar mi vida de experiencias con el mundo y sus habitantes, que no fueran acompañadas de la frase “Fui con mi mamá a…”.
Sí, durante años he estado cometiendo una serie de estupideces consecutivas, (sí, sólo yo) creo que todavía no han terminado; pero sin duda eso me ha llevado a construir mi vida. Nadie me contará qué es reprobar o hacer un examen extraordinario, qué es tener sexo sin condón (o con él), qué me queda mejor para vestir o para pensar, cuánto debo tomar, sobre qué debo escribir, el tipo de música que me debe gustar, a quién debo frecuentar… de otra manera no entiendo cómo uno puede forjarse su propio destino.
Sé que la influencia de mis padres en mi vida es innegable, pero el tener mis diferencias con ellos me hace sentir más individuo, no un robot o un autómata, me hace sentir más vivo. Tengo el poder de decidir hacer otras cosas, de no ir a lugares a los que no quiero ir ni ver a las personas que no quiero ver (lo hice durante años sin cuestionar), ni de aguantar sus estados de ánimo, de hacer cosas que no hice antes y que me interesan, de formarme, aunque tenga que ser un “selfish” en el proceso.
Una vida para mí… pero ellos no lo entienden, no entienden que es parte de la vida, que uno debe buscar hacer lo propio, que ya no puedo ser como de niño. Ya no quiero acompañarlos a ver a los parientes, ya no quiero hablarles de mi vida ni escuchar lo que piensan que debo hacer, ya no quiero quedarme a ver la película aburrida o escuchar los discos de mi mamá, no quiero discutir sobre lo que es correcto, no quiero que me critiquen mi peso o mi ropa, ni que censuren mis comentarios, ya no quiero nada de lo que odiaba antes. No es mala onda, yo los quiero muchísimo, pero simplemente ya no quiero vivir así. Quiero lo que para mí es derecho, necesidad, libertad.
Mis padres piensan que yo los odio, que prefiero a mis amigos a ellos, que como “yo no los aguanto ni ellos a mí” es imposible convivir, que si estoy en mi cuarto es porque no los quiero y se indignan de que yo jale para otro lado, sin ellos.
¿Qué acaso ellos no hicieron lo mismo al salirse de sus casas y unir sus vidas?
¿Qué acaso no tuvieron una opinión diferente a la de sus padres (en cualquier aspecto)?
¿Qué no, cuando tuvieron oportunidad, se desmarcaron de su familia para atender asuntos de la vida que estaban construyendo?
¿Qué no desearon, por una vez en la vida, no ir a visitar a esos parientes que quieres, pero no soportas?
¿Les molesta que alguien controle, aunque de manera ínfima, alguna parte de su vida o sus decisiones?
Para todas esas preguntas, la respuesta es la misma: SÍ. Aun así se molestan que yo quiera hacer lo que ellos hicieron para hacer su vida propia. No lo entiendo.
En fin, creo que poco a poco se acerca el momento de la emancipación.
Nos vemos en el futuro
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