domingo, septiembre 06, 2015

COMER, TUITEAR, AMAR. Parte 3

Comer. Rezar. Amar está en Netflix. No es la primera, ni la segunda vez que esta película inspira las reflexiones que suelo escribir en el blog. Siempre llega particularmente en mi vida en momentos de cambio. La última vez fue hace cuatro años: todo es igual pero también es diferente a la vez.

Como algunos saben, me metí al gimnasio; gran diferencia con la primera parte hace 5 años en la que me quejaba de mi falta de condición y ahora que empiezo a tenerla, he recaído en los pecados de mi vida pasada: comer por estrés, por antojo, hasta pasar los límites. La presión de estos días ha desaparecido el "no lo necesito". Quizá pueda apreciar más el sabor de una gordita de chicharrón, de un taco al pastor, de una hamburguesa con queso, de una botella de refresco, de un pan dulce. Tuve una semana que hasta tuve un desencuentro con mi jefe directo y eso casi destruye mi estabilidad, la única salida que encontré para calmar mis sentidos no fue con el ejercicio; sino con la comida. Comí... y mucho.

Hace algunas semanas comentaba con una amiga que, sin temor a equivocarme, puedo definir mi vida antes y después de Twitter. Esta red social me ha cambiado más que otras, quizá no trabajaría en lo que hago sin estar ahí. En febrero cumplí 8 años ahí y necesitaría las mismas entradas que tengo en este blog para contar cada anécdota buena y mala que he tenido y cúanto me ha ayudado a crecer en los días buenos y malos. Hace semanas leí que Twitter va a la baja y que sus dueños no han podido capitalizarla como unidad de negocio, que no habían logrado aumentar el número de usuarios y que era probable que Google eventualmente lo comprará o que desaparecería en el mediano plazo. Me sentí triste, inclusive porque yo ya no tuiteo como antaño (fíjense cómo tuitear se ha vuelto parte de nosotros que la RAE ya tropicalizó el término, mismo que ya se nota en el título de esta tercera parte). Todo lo que tiene un principio, tiene un fin y quizá estemos viviendo los últimos meses de esta red social. Ojalá me equivoque. Tuiteo... mientras sea posible.

En la primera parte hablé de Itzel, en la segunda parte rompí con Paola y en esta tercera parte tengo tanto qué decir y las palabras me faltan. A 4 años luz de ellas, mi vida ha disfrutado de una soledad que ha pasado de triste e inconforme a feliz y triste. Amé a ambas y hace mucho tiempo que no me había dado la oportunidad de querer a alguien, porque no había salido bien. Si han leído mi blog en este último año saben que al menos le he dedicado un post a más de una mujer. He salido con varias y ha sido complicado. No soy precisamente el tipo de hombre conquistador, pero he tenido suerte. Hace tres semanas me le declaré a una hermosa mujer y creo que estuve a nada de un sí. Hace dos tuve el placer de reencontrarme con una y revivir pasiones. También hay otra que es mi amiga pero, a pesar de tengo más en común que con las otras dos, es con la que más lejos estoy y menos chances tengo. Me gustaría decir que las amo pero mentiría. Algo me pasó en estos últimos años y es algo que me preocupa: No sé si haya perdido mi capacidad de amar, o si mi forma de hacerlo haya cambiado. Amo... no sé si pueda aún.

¿Será este el fin de una era y el inicio de otra? Quién sabe. Lo único que sé es que aún tengo vida y tengo que seguir haciendo algo útil con ella, encontrar el equilibrio (lo que muchos se niegan a hacer) y forjarme un futuro donde siga disfrutando de comer, tuitear y amar.

Nos vemos en el futuro.

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