Yo no quiero tener opciones, quiero que mi decisión seas tú.
No quiero vivir a expensas de que no me quieras, deseo amarte solo a ti, que no exista nadie más y que a esa verdad también te aferres tú. Deseo tener la seguridad de que tú serás mi primera visión por las mañanas y la última por las noches. No quiero ausencias que se sientan en la cama ni climas fríos sin tu calor; quiero llegar a casa y contarte cómo fue mi día mientras comemos algo, quiero escuchar tu voz mientras haces lo mismo para encontrar en cada cual un poco de consuelo.
Quiero hacer planes contigo y que tú también los hagas, que nos apoyemos en cada empresa que decidamos empezar y en cada obra que queramos terminar. Quiero realizar viajes contigo y faltar al trabajo juntos, porque decidimos disfrutarnos un solo día sin las responsabilidades del diario.
Quiero tu hombro para llorar cuando las cosas no estén bien y darte mi mano cuando necesites levantarte del suelo. Quiero hacer las cosas que usualmente hoy hago sin compañía: escuchar música, ir al cine, disfrutar de una serie y hasta pasear en sábado; ya que serían actividades más placenteras si tú estuvieras conmigo.
Deseo no tener que depender de personas que no saben si me quieren, que no deciden si entran de lleno en mi vida, que encuentran mejores cosas que hacer que estar contigo o que buscan un interés en lo material; no quiero elegir entre conocidas para investigar quién puede ser un buen prospecto de pareja, no quiero cancelaciones de último minuto, desilusiones en las citas o un boleto a la tierra fría de la amistad, no quiero que me comparen con nadie más, ni cargar con las sombras de relaciones ajenas y pasadas. Por eso te quiero aquí, conmigo.
Es horrible reconocerlo, pero soy yo el que necesita ser salvado; a cambio, yo te prometo la mejor versión de mí, la que los errores y la soledad bañaron con sabiduría y anhelos para cuando te conociera. Puedes estar entre las que conozca, o quizás no. Por eso no quiero tener opciones: quiero que mi decisión seas tú.
No tardes.
Gerson.