Estos días han sido difíciles para mí: El pasado ha llegado por diferentes flancos a mi mente y esto ha avivado mi sensibilidad, esa que odio y que gracias a Dios es permisible en estos tiempos (miren que vengo de una educación en la que los hombres no lloran, no deben lucir vulnerables y por ningún motivo expresan sus sentimientos). Duele que las cosas hayan cambiado tanto, que los sueños se hayan muerto y que las personas se hayan ido.
Así es la vida, los cambios son su esencia y el hecho de que ya casi tenga 40 no me ha servido para acostumbrarme a ello: Deseo volver a vivir en la Ciudad de México, trabajar en un lugar diferente y estable, estar cerca de mis amigos y verlos todos los fines de semana, no preocuparme porque todo está lejos, tener un hombro para llorar en las derrotas y el calor ajeno para celebrar las victorias. Quiero todo lo que tenía antes y que el tiempo me quitó.
Mi hermana dice que aferrarse al pasado es como agarrar una soga que te está lastimando, pero aún así no quieres soltar. Lo importante siempre será el presente y lo que puedas construir con él hacia el futuro. Siempre caminar hacia adelante. A veces me es complicado hacerlo porque miro mi presente, tan carente de oportunidades, que sólo puedo pensar que los tiempos anteriores fueron mejores. Siendo honestos, eso es irrelevante, porque la vida transcurre en este instante y si no haces algo para hacerlo un lugar mejor, haces de tu existencia una miseria.
Pero quizá es también de ver el pasado con una perspectiva diferente: Hace 15 años estaba pasando por usa situación fea: No tenía trabajo, no era independiente y había gente indeseable que creían que eso era suficiente motivo para molestarme. En ese entonces creía que eso no tenía solución y gracias a Dios me equivoqué. Tuve varios trabajos, me independicé varias veces, gocé de los beneficios de la soltería, tuve una vida bastante cómoda y cercana a lo que yo quería.
Así es la vida. No todo cambia para mal; también cambia para bien. Es una ruleta en la que subes y bajas. El dolor de mi presente es temporal, así como lo será mi futura alegría.
Fue raro encontrar el ejemplo de mi hermana en un meme de internet. Mismo que ahorita les comparto a continuación:
Dejar ir la ilusión del pasado es un camino que me ha costado tomar, sobre todo dejar el pensamiento erróneo de que las cosas pudieron ser diferentes. Algo que aprendí del mindfulness fue la frase "las cosas son como son y no como deseo que sean". Y no es conformismo, sino aceptar lo que se hizo para encaminar los esfuerzos en el presente, no en donde no puedes volver a arreglarlo todo.
En fin. Como les decía, en exactamente 5 meses cumplo 40 años (siempre que digo esa edad, me acuerdo de aquella rola de José José que dice: "Mentiras, son todas mentiras, cosas que dice la gente..." ♫ jejejeje). No sé qué es lo que traiga el futuro, al menos espero poder hacer del presente algo bonito con lo que tengo, porque a pesar de no contar con todo lo que quiero, sigo siendo un hombre muy afortunado. :)
Si llegaste hasta acá, házmelo saber con un comentario.
Encontré mi computadora viejita y todavía sirve. Reinstalé Chrome, un lapsus de nostalgia me dio por visitar mi blog y por alguna razón decía que el autor era un tal "Unknown"...
Después de preguntarle a Google cómo solucionar esto y a unos instantes de perder la esperanza, aparece en uno de los post el ícono de editar y volvieron los accesos. Y pues ya que estamos acá, nada como alimentar el entusiasmo escribiendo de nuevo.
Ya pocos recuerdan este blog y dudo que alguien lea esto; pero en estos 4 años mi vida ha cambiado mucho: cambié de empleo, dos meses después llegó la cuarentena, me rebajaron el sueldo y tuve que regresarme a vivir con mis papás, 9 meses después de eso me enfermé de COVID (sin salir de casa) y gracias a Dios la libré. Con el tiempo fui saliendo más sólo para trámites y para ver a mis amigos cada dos o tres meses, hasta que en estos días tendremos que mudarnos a un lugar más cerca de Hidalgo que de mi amada CDMX.
Este blog era mi vida desde que lo abrí en octubre de 2004. Hoy a finales de 2021 ya ni Twitter es mi prioridad: cada vez me fui alejando más y más de la gente y la pandemia fue el último clavo a ese ataúd. Aquí hay tanto de mí (la mayoría mal escrito) que a veces regreso sólo para recordar momentos del pasado con precisión. Muchas de esas cosas las he querido olvidar porque, o duelen mucho o me dan ganas del imposible retorno de lo que ya fue. Hace tiempo decidí liberarme del pasado y creo que aún sigue siendo una buena decisión.
Un poco antes del 2019, Dios regresó a mí y poco a poco hemos vuelto a platicar como en los años en los que no tenía empleo. No sabría que lo necesitaría de nuevo hasta el día de hoy y en verdad esta relación es lo que ha sostenido mi vida en estos tiempos. Mi empleo es caótico y se tardan en pagarme, mis padres están tan endeudados como yo, no salgo y casi no veo a mis amigos, tenemos un perro que cada vez es más juguetón y demandante, mis posibilidades de ligar a alguien son nulas, mi salud no anda del todo bien; pero en verdad soy feliz, ya no estoy tan solo como cuando vivía en la ciudad, siento paz en mi corazón y de verdad he visto milagros en las últimas semanas.
Nunca le di un cierre a este blog y quizá sea mejor así: para tener la oportunidad de vaciar algunas letras por acá de vez en cuando. En Twitter siempre me pueden encontrar o en Google si buscan mi nombre y apellido paterno (es lo bueno de que no haya nadie como tú). Si alguien que me conoció en estos 15 años de blog llega a leer esto, por favor será bueno que me lo haga saber de algún modo. En estos tiempos en donde ya nadie lee y es más visto un meme o un TikTok/Reel, el que hayas llegado hasta acá es algo que agradezco como nadie.
En unos días más me mudo a Tecámac, Estado de México. No sé por cuánto tiempo esté allá, pero sé que, pasando esta temproada de restricciones, se viene el mejor de los tiempos.
Yo no quiero tener opciones, quiero que mi decisión seas tú.
No quiero vivir a expensas de que no me quieras, deseo amarte solo a ti, que no exista nadie más y que a esa verdad también te aferres tú. Deseo tener la seguridad de que tú serás mi primera visión por las mañanas y la última por las noches. No quiero ausencias que se sientan en la cama ni climas fríos sin tu calor; quiero llegar a casa y contarte cómo fue mi día mientras comemos algo, quiero escuchar tu voz mientras haces lo mismo para encontrar en cada cual un poco de consuelo.
Quiero hacer planes contigo y que tú también los hagas, que nos apoyemos en cada empresa que decidamos empezar y en cada obra que queramos terminar. Quiero realizar viajes contigo y faltar al trabajo juntos, porque decidimos disfrutarnos un solo día sin las responsabilidades del diario.
Quiero tu hombro para llorar cuando las cosas no estén bien y darte mi mano cuando necesites levantarte del suelo. Quiero hacer las cosas que usualmente hoy hago sin compañía: escuchar música, ir al cine, disfrutar de una serie y hasta pasear en sábado; ya que serían actividades más placenteras si tú estuvieras conmigo.
Deseo no tener que depender de personas que no saben si me quieren, que no deciden si entran de lleno en mi vida, que encuentran mejores cosas que hacer que estar contigo o que buscan un interés en lo material; no quiero elegir entre conocidas para investigar quién puede ser un buen prospecto de pareja, no quiero cancelaciones de último minuto, desilusiones en las citas o un boleto a la tierra fría de la amistad, no quiero que me comparen con nadie más, ni cargar con las sombras de relaciones ajenas y pasadas. Por eso te quiero aquí, conmigo.
Es horrible reconocerlo, pero soy yo el que necesita ser salvado; a cambio, yo te prometo la mejor versión de mí, la que los errores y la soledad bañaron con sabiduría y anhelos para cuando te conociera. Puedes estar entre las que conozca, o quizás no. Por eso no quiero tener opciones: quiero que mi decisión seas tú.
Desde antes del temblor, empecé a sentir ciertas molestias en estómago. Fui al doctor y era mi intestino que estaba inflamado, seguro por comer tanto en la calle y por la colitis. Mi doctora no quiso escatimar en precauciones y para descartar cualquier otra cosa me mandó a hacer un ultrasonido abdominal: todo estaba bien: riñones, páncreas, vías biliares; sin embargo, descubrieron algo que sólo eso y un examen de sangre podrían mostrar: tengo esteatosis moderada, es decir, hígado graso.
Aunque la doctora me calmó y me dijo que quería descartar con el estudio que tuviera piedras en los riñones o en el hígado, yo no quiero jugarle al vivo y les diré el porqué: Mi abuelita, la mamá de mi mamá, falleció por cirrosis hepática antes de cumplir los 60 años. Las deficiencias en el hígado son hereditarias y aunque mi mamá no ha tenido problemas como esos (no bebe alcohol y durante gran parte de su vida comía poco), yo de niño tuve hepatitis a, que me alejo de la gente por tres meses. A reserva de un mejor diagnóstico sobre mi hígado, soy propenso a las enfermedades del órgano: cirrosis, las otras hepatitis y las peores: fibrosis, necrosis y cáncer.
La información médica que hay en internet y mi doctora me han tranquilizado un poco, pero a la vez me ha dado una solución para este problema: tengo que bajar de peso. Ya no es opcional. Sólo así puedo bajar la grasa del órgano y mantenerlo sano. Esta decisión me obliga a dejar muchas cosas que me gustan hasta que logre ese objetivo: beber alcohol (si el hígado no está bien, puedo dañarlo con dosis más allá de los 60 ml), dejar las carnes rojas y todo lo que tenga grasas saturadas; cambiar mi dieta por una llena en verduras, frutas, legumbres y mucha agua. Mi papá tiene una opinión bastante razonable al respecto: “¿Vas a dejar de disfrutar de la vida y todo lo que ofrece sólo por el placer de la boca?”. Le di la razón, su lógica es aplastante.
Desde hace un tiempo, he tratado de cambiar mi perspectiva de las cosas: ver las crisis como zonas de oportunidad para hacer mejores cosas. Después del temblor me propuse vivir intensamente, disfrutar de mi familia, mis amigos y la gente que me quiere, viajar, hacerme de mi propio espacio, intentar cosas nuevas, perder el miedo hacia el futuro, leer más, amar más, agradecer más… y eso no lo puedo hacer si mi salud está en riesgo.
Por eso, he decidido darme un año para bajar de peso (según leí, debe hacerse de forma moderada, ya que perder kilos de forma estrepitosa, puede sobrecargar al hígado y complicar su bienestar). Comencé esta semana evitando las grasas y las carnes rojas, comiendo en fondas o comprando ensaladas con pollo o atún. De inmediato mi cuerpo reacciona extraño por el cambio de dieta, pero sé que al rato me voy a acostumbrar y no sólo veré los resultados en mi cuerpo, me sentiré bien con ello.
Soy una persona rara y esto puede sonar muy tonto: si nada me obliga, puedo seguir en las mismas. Quizá por eso buscaba con tanto ahínco una beca donde fuese imperativo escribir y avanzar en tu proyecto para mantenerla. Por eso me endeudé cuando no tenía motivaciones para trabajar en el pasado; fue una tontería que ese fuera mi leit motiv, pero no podía abandonar mi chamba y tenía que pagar cada mes. Ahora veo esto como la oportunidad perfecta para el cambio físico; igual obligado por las circunstancias. La vida no carece de ironías.
Quería avisarles a los que leen este blog y me conocen: Me siento motivado con esto y sé que pronto podré disfrutar la vida como ustedes. También es una lección para mí: debo llevar una vida moderada de excesos. La vida es demasiado corta como para agotarla pronto por descuidos. Si te conozco, quiero que sepas que te quiero mucho y haré lo posible por verte pronto; pero quiero que me veas mejor, para disfrutar de gran manera de nuestro tiempo en esta existencia.
Si no te conozco: Me llamo Gerson Obrajero y estoy motivado para bajar de peso.
Elige la vida. Elige una playera. Elige un pantalón. Elige una canción para empezar el día. Elige comer hasta reventar, para soportar la pesadumbre del estrés del trabajo que te da para vivir. Elige escribir un post para un blog que nadie va a leer, excepto tú; y sin embargo el hacerlo te dará paz. Elige un six de chelas, para beberte la soledad mientras estás en un maratón de series en Netflix. Elige mirar tu smartphone a cada rato, para alejar al fantasma del FOMO y sentir que eres parte de lo que sucede en el mundo. Elige Twitter, crea una cuenta falsa para vomitar palabras en la alterna y mantener una imagen en la oficial: quizá sientas que eso te dará algo de paz. Elige un filtro en Instagram o Snapchat y finge como los demás una vida que no tienes, una alegría que todos suponen, una postura que es tu estandarte en donde todos quieren parecerse a algo. Elige un litro de agua al día o dos, no importe cuántos tomes o cuánto evites el refresco, ya no estás en edad para bajar de peso de inmediato. Elige vivir solo, para que puedas masturbarte con las bocinas abiertas. Elige a Dios, pero sólo para cuando te conviene, sin las ataduras que quieren ponerte sus tuertos seguidores. Elige ropa cómoda, porque el Slim-Fit sólo le queda a los que se mueren de hambre. Elige la música que “tiene algo que decir y no vuelve a la gente estúpida”. Elige unos audífonos, para desconectarte de la estupidez del mundo y hallar en el ritmo la concentración para trabajar. Elige a alguien para conversar en WhatsApp e intenta convencerlo para salir y explicarle que no habrá nada mejor si a ti te eligen. Elige la nostalgia, pero sólo para recordar que el futuro que nos espera es novedoso y brillante. Elige la sabiduría en la “Era del fin de la razón”. Elige la inteligencia cuando todo mundo se ríe viendo estupideces en pequeñas pantallas. Elige innovar, no sólo seguir el camino que otros han trazado; sino crear otras formas. Elige equivocarte, pero sólo si tienes la capacidad de aprender de tus errores. Elige no endeudarte, las tarjetas de crédito son la nueva forma de esclavitud. Elige la quincena y baila porque te han depositado a tiempo en tu cuenta. Elige beber despacio, las crudas a tu edad no son una experiencia efímera. Elige extrañar: a los que están lejos, a los que ya no están, a los que quieren verte y a los que no, a tu familia que te ama y a los que no quieren verte. Elige el sexo, porque te hace hombre, llena vacíos y genera otros, porque es el regreso al origen. Elige ser feliz, porque no sabes si habrá una nueva oportunidad en el futuro. Elige el mindfulnes, ya que para estar en paz es necesario perdonarte y aceptar las cosas como son. Elige el amor, ya sea que te amen o no, te lo demuestren o nunca lo sepas de ellos. Elige escribir, aunque te hayas decepcionado de ello, pero al hacerlo encuentras la libertad que las águilas tienen al dominar los aires. Elige un tema para sacar todo lo que está en un alma por un momento. Elige el futuro, porque algún día llegarás a él. Elige ser tú. Elige la vida.
Tal vez no lo sepas (y digo “tal vez” porque las mujeres tienen el increíble don de la intuición), pero desde que te conocí no he dejado de pensar en ti…
Tal vez no lo sepas, pero recuerdo haberte visto hace 5 ó 6 años en Twitter y decir: ¡Qué mujer tan bella! También debo confesar que chasqueé los dedos cuando supe tiempo después que tenías novio. Deseé en ese momento hablarte como hoy te hablo y conocerte más. Nunca me imaginé que sería por esta red social que nos empezaríamos a hablar más y que habría chance de ser amigos.
Tal vez no lo sepas, pero en cada chance de verte en Twitter, quería llamar tu atención. A veces creo que comentaba cada cosa que ponías y me esforzaba en mis respuestas, quería que en ellas vieras quién era y creo que lo logré. Aún así, me sentía muy lejos. Éramos amigos en la red social y en ese momento creí que las cosas no cambiarían, porque no tuiteabas mucho y hubo un tiempo que te fuiste a vivir lejos.
Tal vez no lo sepas, pero fue muy sorpresivo para mí que Quique me dijera que me conocías, que me mandabas saludos y que ubicaras dónde trabajo. Eso fue lo que me dio pie a acercarme más, a pedirte tu WA, a invitarte a salir. Me preguntaba cómo serías fuera de Twitter, si serías igual de tierna, de directa, de buena vibra; si a pesar de ser de mundos tan distintos podríamos llevarnos bien. Nuestras primeros chats y el primer café me habían dicho que estaba conociendo a una mujer muy especial, una excepcional. Antes de ese día, habíamos quedado en salir antes y no se dio; pero tú no lo olvidaste. Me emocionó mucho que me quisieras conocer.
Tal vez no lo sepas, pero desde esa noche en Reforma 222, quería verte todos los días: Ese par de horas platicando me parecieron como 20 minutos. Se dio tu viaje a Europa y pensé que te olvidarías de mí; sin embargo, tu foto de Roma, evocando una de las películas que te recomendé alegró mi día. Los días que te mandaba mensajes calculaba 6 ó 7 horas más para enviarte mensajes a horas prudentes. No podía esperar a que regresaras e invitarte a los tacos, pero en vez de eso, me invitaste a tu fiesta de cumpleaños.
Tal vez no lo sepas, pero no me he divertido tanto desde hace mucho que en tus fiestas. Recuerdo que me encantó verte bailar tango, hacer esos juegos divertidos donde hay que beber. Me gustó mucho conocer a tus amigos y saber más de ti por lo que ellos recordaban de la amistado contigo. Ahí fue cuando supe en verdad dónde me estaba metiendo, descubrí lo noble, sensible y decidida que eras, lo fan de Disney que eres, lo mal que lo habías pasado en el amor anteriormente y lo bien que te sentaba ser el alma de la fiesta.
Tal vez no lo sepas, pero yo no entiendo cómo alguien no está decidido a pelear por tu cariño a pesar de todo. Cómo no pueden ver en ti la voluntad que necesita para llevar al barco de amor a buen puerto, la pasión con la que vives. No se dan cuenta que vale la pena enfrentar a dragones por ver tu sonrisa, tus ojos, hasta tus muecas todos los días. Desconozco cómo no se inspiran en ti para ser capaces de protegerte de todo mal.
Tal vez no lo sepas (o quizá sí), pero esto es lo que tú me inspiras…
Tal vez no lo sepas, pero he querido decirte esto desde hace mucho tiempo. Las idas al cine son las peores oportunidades para expresar lo que uno siente, porque el tiempo de platicar es muy poco. Quiero demostrarte que no soy como los demás hombres, que sólo necesito una oportunidad para hacer tu mundo más brillante; que no importa lo que nos traiga el futuro, sé que dos siempre será mejor que uno. Si algo me han enseñado los últimos años es que vivir es de valientes y yo soy uno por ti.
Tal vez no lo sepas, pero falté el día que querías ir por tacos porque era en mi horario laboral, no me importó ir a comprar los boletos hasta la taquilla de Altavista para ver esa película, ni concertar nuestras citas cerca de tu casa y lejos de la mía a altas horas de la noche, ni recorrer media ciudad para disfrutar de tu posada (la mejor para mí en años). Haría eso y más si tan sólo pudiera verte y escuchar tu voz, aunque sea tan solo unos minutos. A vece siento que me das el superpoder de hacer cualquier cosa: Así es la forma en que me gustas.
“Tal vez no lo sepas”, o quizá si… lo que te decía sobre la intuición: Era una duda que era más grande que mis ganas por contarte esto en el poco tiempo que a veces tienes. Tal vez no lo sepas, pero soy escritor y por eso tantos párrafos. Sé que esto puede ser muy directo, pero es la forma que más me gusta. Si a ti te gustó, podría escribirte cosas mejores, ya que te las mereces. Creí que ya era tiempo de que decirlo, porque desde que desde que te conocí no he dejado de pensar en ti.
¿Qué sigue? Ojalá podamos escribir el siguiente párrafo juntos…
Cuando era niño, acababa de ver una película en la televisión y mi mamá me mandó a dormir. Antes de alcanzar el sueño, le pregunté si los sueños se hacen realidad. Ella, con su dulce voz y brillante voz me dijo que sí, que todo lo que soñara lo podía tener...
Nunca fui muy constante en la realización de ellos. Tiempo después, aprendí que la magia es algo que tú creas y que hay cosas que vale la pena apartar tiempo, esfuerzo y sobre todo constancia para que sean posibles. Una de las especialidades del mundo es de enterrar nuestros anhelos y yo fui cómplice para enterrar los míos. Yo quería ser escritor, un buen comunicador, alguien que pudiera influir de forma positiva en las personas. Lo más que logré fue terminar como Community Manager por mi tiempo excesivo en internet, por ello he vivido experiencias que nunca creí experimentar y conocido personas increíbles, una de ellas es Aletya.
Hace como 12 años, yo creía que Internet era como el Viejo Oeste, en el que todos teníamos derecho a reclamar un pedazo de tierra para nosotros, sin las restricciones que tenía el "mundo real" y eso lo vi en servicios como MySpace. En ese entonces, era una red en la que muchos músicos se dieron a conocer, subieron música y se volvieron populares. Yo tenía este blog, pero abrí mi cuenta para seguir a estas bandas musicales nacientes, muchas de ellas eran de México. En 2006, entre todas ellas, alguien que me llamó mucho la atención fue Aletya, Primero por el inusual nombre, pero también por su propuesta musical: un electropop fino y bien hecho, muy rítmico. Ahí su música me atrapó, en especial su rola Y mientes...
A través del mismo MySpace, la contacté para usar su música en un podcast que al final nunca salió. Ella fue muy accesible y me dijo que estaba empezando su carrera, igual que yo, y seria genial promoveríamos mutuante. No volví a saber de ella hasta como por 2010, creo que por Twitter. Ella vive en Puebla y me decía que había dejado de hacer música y que había encontrado trabajo como maestra de música. La notaba desilusionada y me compartía videos de los días en los que se presentaba en festivales locales.
Durante los últimos años, hemos desarrollado una bonita amistad por las redes sociales: Amamos con locura la Bossa Nova, los boleros, nos encanta David Bowie y el rock clásico, hasta creo que tenemos formas muy similares de ver la vida y entre charlas por DM le confesaba mi deseo de que ella volviera a la música. Yo creí que ella ya se había rendido y de pronto, entre 2012 y 2013 lanzó su primer álbum: "Aldea Imaginaria". Dio un cambio radical a su música y le dio un toque más acústico e íntimo, sobre todo, letras más profundas y cargadas de sentimiento. De ese álbum recuerdo con cariño Champán y chocolate:
Vamos, obtuvo una nominación en los Indie Music Awards (IMAS) y su canción Dance The Dream salió en la tercera temporada de Capadocia. Después sacó como sencillo individual, mi rola favorita de ella, una balada romántica en la que se atrevía a crear palabras y significados: Me traes glissando:
Siempre me invita a irla a ver a Puebla y tiene como 2 años que no lo he podido lograr. Me he vuelto muy fan de esta nueva etapa. Me da gusto ver que su estilo sigue en constante evolución y que se ha hecho un espacio para seguir construyendo su sueño de hacer música. Hoy tengo el honor de presentarles su más nueva canción. Es una colaboración con Tate Klezmer Band, agrupación que hace música propia de Europa del Este. La combinación se vuelve brutal y el resultado es como una polka llena de vida, un ritmo que no puede dejarte indiferente que encaja perfectamente con la voz de Aletya.
La canción se llama Si te digo que te quise:
Mientras escucho esta rola, me evalúo a mí mismo. ¿Por qué dejé morir mis sueños? ¿Por qué al menos no me doy un tiempo para intentarlo una vez más? Aletya para mí es un ejemplo de no traicionarte a ti mismo, de no rendirte antes las adversidades y de que el talento sin esfuerzo se vuelve un adorno. Cada que puedo, le muestro no sólo mi admiración sino el cariño que me provoca su amistad. Creo que con su capacidad y tenacidad, el único límite que tiene es el cielo. Por mi parte, creo que tendré que hacer un esfuerzo para rescatar esa parte de mí que escondí por una un otra razón y que cada noche me recuerdan que están ahí, esperándome, como una asignatura pendiente en mi destino. Ahora que lo pienso, al ver lo que ella ha logrado, veo que mi mamá tenía razón: los sueños sí se hacen realidad.